martes, 16 de diciembre de 2025
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Condenado ocho veces por poner un Belén: el alcalde francés que no se rinde ante el laicismo

Robert Ménard, alcalde de Béziers, se pronuncia contra los “ayatolas del laicismo”.

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Redacción (16/12/2025 10:59, Gaudium Press) Hoy, cuando hablar de fe en la vida pública es un escándalo, algunos gobernantes todavía se niegan a ocultar lo que creen —esto, por amor al Niño de Belén— se atreven a mantener vivas las tradiciones que ha dado alma a Europa. Pero mientras unos son aplaudidos por borrar toda huella cristiana, otros, como Robert Ménard, alcalde de Béziers, Francia, son condenados una y otra vez por defender lo que representa el corazón mismo de la Navidad.

Desde 2014, Ménard ha sido condenado en ocho ocasiones por instalar un belén en el Ayuntamiento. Este año, pese a las presiones y las amenazas de nuevos juicios, el alcalde volvió a colocar el nacimiento con la misma convicción de siempre: “No es propaganda religiosa —dijo—, es una expresión de nuestra historia, de nuestras raíces, de nuestra identidad”.

El gesto, ha desatado una tormenta política. Pocos días después de que el Tribunal Administrativo de Montpellier rechazara las peticiones urgentes para retirar el belén —primero el 4 de diciembre y luego de nuevo el 9 de diciembre—, la polémica se intensificó con manifestaciones, acusaciones cruzadas y enfrentamientos entre vecinos.

No hay violación de libertades fundamentales

El tribunal fue claro en su fallo: la instalación “no constituye una vulneración grave e inmediata de las libertades fundamentales”. Pero para los sectores laicistas, esta decisión es una falla institucional en la aplicación estricta de la ley de 1905, que separa la Iglesia del Estado en Francia.

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Mientras tanto, desde el portal Peticiones Católicas se lanzó una campaña internacional de firmas en defensa del alcalde. “La pregunta es: ¿qué les hemos hecho los creyentes? ¿Por qué tienen tanto odio a los símbolos cristianos? ¿Por qué esta persecución solo se practica con nuestra religión?”, expresan los promotores de la iniciativa, animando a los fieles a firmar para apoyar a quienes no se arrodillan ante la injusticia.

El pasado sábado, la tensión se trasladó a las calles. Convocados por la Liga de Derechos Humanos, varios vecinos se manifestaron frente al edificio municipal exigiendo la retirada del nacimiento. “No queremos belenes en edificios públicos. Deben estar en lugares religiosos”, declaró Jean-Paul Palmade, presidente local de la LDH.

Según el Ayuntamiento, el belén de Béziers recibe más de 20.000 visitantes cada año, incluidos turistas de diversas confesiones y familias que encuentran en esa sencilla escena un símbolo de paz. “No hacemos proselitismo —aseguró Ménard—. Es el reflejo de nuestra cultura, y quienes lo atacan son los verdaderos fanáticos, los ayatolás del laicismo”.

El alcalde insiste en que la polémica no es religiosa, sino política. “Hay un puñado de quejosos que hacen espectáculo porque están en campaña electoral”, ironizó.

Mientras tanto, el nacimiento sigue allí, sereno, con el Niño Jesús recostado sobre la paja, como hace más de dos mil años. Y una vez más, un alcalde francés se convierte en símbolo de resistencia ante la intolerancia disfrazada de neutralidad.

Porque quizá la verdadera pregunta que deja este episodio no es si un belén puede estar en un edificio público, sino qué ha pasado con una sociedad que se siente amenazada por una imagen del Niño Dios.

Con información de Religión en Libertad

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