Menú 
Eli Cohen estuvo en el Vaticano el pasado 13 de julio, y aseguró que el Estado judío tendrá tolerancia cero a cualquier tipo de delito de odio.
Redacción (24/07/2023 17:14, Gaudium Press) Los insultos y agresiones, también físicas, de judíos ortodoxos hacia cristianos en Jerusalén preocupan, a las autoridades católicas, y también a las autoridades judías, que ven como esos hechos están siendo cada vez más puestos en foco por la midia en general, y afectan el prestigio de Israel en todo el mundo. Pero también llaman crecientemente la atención de analistas, que consideran que Israel puede ser un pequeño espejo de lo que pase en el mundo entero.
Leer también: La humillante costumbre que se instala en Jerusalén: judíos que escupen a cristianos
Hace doce años que, según refiere Il Sismografo, un ministro de exteriores israelí no pisaba suelo vaticano. Eli Cohen lo hizo el pasado 13 de julio, para asegurar que en su país vigora la ley de libertad de culto para todas las religiones, y que el estado israelí se empeña en cuidar de la seguridad de cristianos, al tiempo que declaraba que habrá tolerancia cero con cualquier tipo de delito de odio hacia los cristianos.
Atento escuchó al ministro Cohen el experimentado Mons. Paul Richard Gallagher, Secretario para las relaciones con los Estados del vaticano. Lo escuchó también decir que agradece la postura constante de la Santa Sede contra el antisemitismo y su invitación a que el Vaticano adopte la definición de antisemitismo según la International Holocaust Remembrance Alliance (Alianza Internacional para el Recuerdo del Holocausto – IHRA). No parecía el mejor momento para pedir más compromisos antisemíticos, justo cuando nos encontramos en el pico de escupitajos e insultos a monjas y peregrinos en Jerusalén, pero ciertamente Mons. Gallagher debe haber recibido benigno la petición, como es su talante.
Recordaba John Allen en Crux que el último encuentro entre estas autoridades en el 2011 había sido un intento para estabilizar el estatus fiscal de las propiedades de la Iglesia en Tierra Santa, y que el que ahora el motivo haya sido el escalamiento de las agresiones, muestra la degradación de la situación del cristianismo en el país que vio nacer a Jesús.
Degradación puesta una vez más en foco, tras lo ocurrido hace unos días con el abad Schnabel en el Muro de las Lamentaciones, cuando una funcionaria israelí le pidió que se cubriera o retirara su cruz pectoral, la cual portaba por hacer parte del atuendo del superior de la abadía de la Dormición de María. El abad se negó educada y firmemente y no dejó de manifestar que era un hecho más de los numerosos de intolerancia registrados recientemente contra los cristianos.
Jerusalén, ¿santa solo para judíos?
Entre tanto, una frase pronunciada por el abad, parece clave para cualquier análisis del asunto, “Jerusalén es lo suficientemente grande para todos”, lo que conllevaba implícita la pregunta: ¿Lo está dejando de ser?
Porque si en definitiva esto fuese lo que está ocurriendo, el asunto es complicado, por la sencilla razón de que la Ciudad Santa no lo es solo para judíos, sino para miles de millones de personas de otras religiones, que cada vez más están sintiendo que ahí les puede faltar el aire para respirar la libertad de su religión.
Israel no puede olvidar que su propia existencia contemporánea se debe en buena medida a la benevolencia de líderes del mundo cristiano. Y tampoco debería olvidar lo que la Historia no olvida, de lo ocurrido cuando se implantó el exclusivismo total y discriminatorio en el uso de ese suelo santo. Algunos llegan a afirmar que la primera guerra mundial no fue propiamente la de la batalla de Verdún en el siglo pasado, sino las Cruzadas, y que aunque los cristianos al final perdieron esa ‘guerra mundial’, el recuerdo de los hechos y las motivaciones – fundamentalmente de cuño religioso – no murió en el olvido, tanto que siglos después el General Gouraud al arribar ante la tumba de Saladino en Damasco, quiso ‘despertarlo’ diciendo que ‘habían’ regresado.
En cualquier caso la visita del ministro de exteriores israelí al Vaticano, al menos abre la esperanza de que el Estado judío no quiera acostumbrarse a la intolerancia, o no alberggue la esperanza de que esta situación de acoso se llegue a ver como algo normal, lo que sería una falsa ilusión.
Algunos leen la próxima elevación al cardenalato del Patriarca Latino de Jerusalén, el franciscano Pierbattista Pizzaballa, como un aviso de que para el vaticano el asunto no es menor. Porque no es menor que este arzobispo, cabeza visible de la Iglesia en esos territorios, haya declarado que él mismo ha sido escupido, aunque “no a menudo”, e incluso por… (sorpresa), por niños.
“Tal vez haya una generación joven, por ejemplo en los asentamientos, que creció en un contexto extremista o polarizado y no conoce la diversidad”, afirmó recientemente Mons. Pizzaballa. “No es una cuestión de judaísmo tradicional, sino de grupos marginales”.
En todo caso, y aunque el futuro Cardenal franciscano hable de hechos marginales, no son pocos los analistas que ven en este movimiento discriminatorio ultra ortodoxo una manifestación más de la debilidad y dependencia del actual gobierno con relación a ese segmento, que así y en su base se sentiría más libre para expresar su real sentir. De hecho, la base ultra ortodoxa crece demográficamente, y los partidos ultra ortodoxos tienen actualmente 32 escaños de 120 que integran el parlamento, la Knesset.
La publicidad que están alcanzando los hechos, no debería estar siendo nada simpática a las muchas comunidades judías en el extranjero, normalmente bien instaladas, respetadas, influyentes, pero minoritarias, como lo son los cristianos en Israel. Entre otras razones porque en el mundo globalizado de la fibra óptica y el internet, de muchas maneras las fronteras se están borrando y todo corre a la velocidad del rayo. (SCM)
Deje su Comentario