A casi un año de Traditionis Custodes, Francisco publica nueva Carta Apostólica sobre la liturgia.
Redacción (29/06/2022 11:27, Gaudium Press) Hoy, y casi un año después de la retumbante Traditionis Custodes, el Papa Francisco ha dado a luz la Carta apostólica Desiderio Desideravi, sobre la liturgia católica y la formación litúrgica. ¿La intención del Papa con este documento de 15 páginas?: “Invitar a toda la Iglesia a redescubrir, salvaguardar y vivir la verdad y el poder de la Celebración Cristiana”.
Tiene también como intención Francisco, que “la belleza de la celebración cristiana y sus necesarias consecuencias para la vida de la Iglesia no se desvirtúen por una comprensión superficial y abreviada de su valor o, peor aún, por su instrumentalización al servicio de alguna visión ideológica”.
“Abandonemos las polémicas para escuchar juntos lo que el Espíritu dice a la Iglesia, mantengamos la comunión, sigamos asombrándonos por la belleza de la Liturgia”, pide el Papa al final del texto, ciertamente haciendo una alusión implícita a las nutridas y hasta hoy presentes polémicas, levantadas con el motu proprio Traditionis Custodes, que restringe la liturgia en su rito extraordinario.
Concilio y reforma litúrgica
Se refiere Francisco en este nuevo documento litúrgico a la constitución Sacrosanctum Concilium, del Vaticano II, que él establece como fundamental para la reforma de la liturgia, y afirma que “la no aceptación de la reforma, así como una comprensión superficial de la misma, nos distrae de la tarea de encontrar las respuestas a la pregunta que repito: ¿cómo podemos crecer en la capacidad de vivir plenamente la acción litúrgica?”
Reconoce el Pontífice la necesidad de “una formación litúrgica seria y dinámica”, formación que une a un reconocimiento de “la validez del Concilio” Vaticano II. No es posible reconocer la validez de este concilio ecuménico, “y al mismo tiempo no aceptar la reforma litúrgica nacida de la Sacrosanctum Concilium”, expresa.
Esta última habría sido una de las intenciones profundas de Traditionis Custodes, donde afirmó que los libros litúrgicos promulgados por Pablo VI y Juan Pablo II después del Concilio Vaticano II son “la única expresión de la lex orandi [la ley de la oración] del Rito Romano”.
Francisco manifiesta en Desiderio Desideravi su deseo de una formación litúrgica accesible a todos los católicos, con la intención de que se reviva el sentido de asombro ante el misterio del sacrificio de la misa.
Cuidar el ars celebrandi
Resalta el Papa la importancia de cuidar el ars celebrandi, el arte de celebrar la Misa: “Seamos claros: hay que cuidar todos los aspectos de la celebración (espacio, tiempo, gestos, palabras, objetos, vestiduras, cantos, música, …) y observar todas las rúbricas: esta atención sería suficiente para no robar a la asamblea lo que le corresponde, es decir, el misterio pascual celebrado en el modo ritual que la Iglesia establece”.
“Pero, incluso, si la calidad y la norma de la acción celebrativa estuvieran garantizadas, esto no sería suficiente para que nuestra participación fuera plena”, establece. Es preciso también “el asombro por el misterio pascual que se hace presente en la concreción de los signos sacramentales, podríamos correr el riesgo de ser realmente impermeables al océano de gracia que inunda cada celebración. No bastan los esfuerzos, aunque loables, para una mejor calidad de la celebración, ni una llamada a la interioridad: incluso ésta corre el riesgo de quedar reducida a una subjetividad vacía si no acoge la revelación del misterio cristiano”.
Ex opere operato, y leer los símbolos
Lo anterior ratifica la necesidad de la formación litúrgica de los fieles, para que entre otros objetivos se aprenda a leer y a entender la simbología litúrgica. Citando al P. Romano Guardini, Francisco afirma que esta tarea “no es fácil, porque el hombre moderno es analfabeto, ya no sabe leer los símbolos, apenas conoce de su existencia”.
Sin embargo, es necesario que el hombre vuelva a ser capaz de entender los símbolos, “¿Cómo volver a saber leerlos para vivirlos? Sabemos muy bien que la celebración de los sacramentos es – por la gracia de Dios – eficaz en sí misma (ex opere operato), pero esto no garantiza una plena implicación de las personas sin un modo adecuado de situarse frente al lenguaje de la celebración. La lectura simbólica no es una cuestión de conocimiento mental, de adquisición de conceptos, sino una experiencia vital”.
El personalismo en la celebración
Advierte también Francisco contra “un exagerado personalismo en el estilo celebrativo que, en ocasiones, expresa una mal disimulada manía de protagonismo. Esto suele ser más evidente cuando nuestras celebraciones se difunden en red, cosa que no siempre es oportuno y sobre la que deberíamos reflexionar. Eso sí, no son estas las actitudes más extendidas, pero las asambleas son objeto de ese ‘maltrato’ frecuentemente”.
Comprender que “la acción celebrativa es el lugar donde, a través del memorial, se hace presente el misterio pascual para que los bautizados, en virtud de su participación, puedan experimentarlo en su vida”, es un requisito necesario para no caer “en el ‘exteriorismo’ (más o menos refinado) y en el rubricismo (más o menos rígido)”. “Es necesario, pues, conocer cómo actúa el Espíritu Santo en cada celebración: el arte de celebrar debe estar en sintonía con la acción del Espíritu”.
“Por último, – concluye el Papa – es necesario conocer la dinámica del lenguaje simbólico, su peculiaridad, su eficacia”.
“La fe cristiana, o es un encuentro vivo con Él, o no es. La Liturgia nos garantiza la posibilidad de tal encuentro”, expresa Francisco al inicio de la Carta, estableciendo también el objeto esencial de su documento.
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