Fray Tomasz Samulnik, un dominico polaco, describe la vida cotidiana de un convento en el centro de Kiev.
Redacción (04/03/2022 12:19, Gaudium Press) El monasterio dominico de la Madre de Dios, ubicado cerca del centro de Kiev, está experimentando condiciones difíciles con la guerra a sus puertas.
El fraile Tomasz Samulnik relató el día a día de la comunidad dominica en medio del escenario bélico.
“Me pregunto si estaremos vivos al día siguiente”
“Todas las noches me pregunto si estaremos vivos al día siguiente”, dijo en una entrevista con Cath.ch.
El miedo y el estrés aumentan al no saber cuál será el próximo objetivo de los ataques rusos. Recientemente, la torre de televisión de Kiev fue derribada por un bombardeo; torre que se encuentra a pocos metros del convento.
El convento cuenta con cinco religiosos, 3 polacos y 2 ucranianos, además de otras 15 personas que allí se albergan.
El padre Tomasz explicó que el número de refugiados varía de un día a otro, ya que algunos deciden abandonar la ciudad, otros prefieren quedarse, otros buscan refugio.
Por lo general, tocan a la puerta del convento los que están en los barrios más peligrosos y que ya no tienen un sótano donde cobijarse.
Intento de normalidad en medio de la guerra
A pesar de toda la tensión desde el inicio de la guerra, los religiosos intentan mantener la normalidad en las actividades.
El 1 de marzo, Miércoles de Ceniza, Fray Tomasz fue a celebrar Misa para unas 40 personas en un convento de las Hermanas de la Caridad ubicado a 13 kilómetros de distancia.
El religioso dijo que la ruta en sí es peligrosa y que tuvo que pasar por varios puestos de control del ejército ucraniano.
Los militares ucranianos intensifican las inspecciones y controles porque temen la infiltración de separatistas prorrusos en la ciudad.
Toque de queda y sirenas
Hay toque de queda todos los días de 8:00 p. m. a 7:00 a. m., pero ni siquiera se recomienda viajar durante el día.
Los combates nocturnos tienen lugar todos los días y cada vez que suenan las sirenas de alarma, los refugiados descienden al sótano del edificio.
El sacerdote también se refirió a la dificultad para encontrar medicamentos porque las farmacias están prácticamente todas cerradas. Aunque los mercados y tiendas permanecen abiertos, las colas son cada vez más largas.
La vida religiosa durante la guerra
A pesar de todo el peligro y el miedo a la guerra, la comunidad religiosa se ha comprometido a mantener los días llenos de oración.
La Liturgia de las Horas, las Misas, el Rosario y la adoración al Santísimo Sacramento son parte de la vida cotidiana dentro del convento y ayudan a dar esperanza y fuerza a los fieles allí presentes. (FM)
Con información de Cath.ch
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