jueves, 28 de agosto de 2025
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Dos devotos niños, uno de 8 y otro de 10 años: los asesinados por joven satanista en Minneapolis

Un exalumno abrió fuego durante la misa de inicio de curso en la Iglesia de la Anunciación, dejando dos niños muertos y 17 heridos.

Annunciation Catholic School Shooting in Minneapolis

Foto: Wikipedia

Redacción (28/08/2025 11:34, Gaudium Press) La ciudad de Minneapolis amaneció sumida en el horror tras el sangriento ataque ocurrido en la Iglesia de la Anunciación el pasado 27 de agosto. Lo que debía ser un día de alegría y esperanza para cientos de niños y familias, se convirtió en una tragedia llena de violencia, odio religioso y dolor. Dos menores, de 8 y 10 años, perdieron la vida y 17 personas —14 menores y 3 adultos— resultaron heridas durante un tiroteo en una iglesia de Minneapolis.

El atentado ocurrió a las 8:30 de la mañana, justo en la primera misa escolar del año. El templo estaba lleno, habían niños desde preescolar hasta octavo grado, maestros, padres de familia y algunos feligreses ancianos. Mientras el sacerdote se disponía a dar inicio a la homilía, estallaron los primeros disparos a través de los vitrales de colores, que comenzaron a romperse uno tras otro bajo el estruendo de las balas.

Los dos niños que murieron —un pequeño de 8 años y otro de 10— estaban sentados en sus bancas, con los misales en las manos. El menor cursaba tercer grado, el mayor iniciaba quinto. Sus nombres permanecen en reserva por respeto a las familias, pero la comunidad los recuerda como niños alegres, inocentes y de gran devoción. Ambos habían recibido recientemente la Primera Comunión, y esa mañana llegaron al templo con la ilusión propia de quienes comienzan un nuevo curso escolar.

El atacante: un exalumno contra la fe

El presunto autor del crimen fue identificado como Robin M. Westman, de 23 años, exalumno de la misma escuela católica. Su historia revela un trasfondo de dolor y rebeldía, pero también un camino que derivó en un odio visceral contra la fe católica. Nacido como Robert, en 2020 cambió legalmente su nombre a Robin, identificándose como mujer.

Ese 27 de agosto, llegó armado con un rifle semiautomático, una escopeta y una pistola, todas adquiridas legalmente en los últimos meses. Según el jefe de la Policía, Brian O’Hara, “el agresor, identificado como Robin Westman, de 23 años, disparó a través de las ventanas del templo con un rifle, una escopeta y una pistola. Las tres armas habían sido adquiridas legalmente por el joven recientemente”.

El ataque no fue un arrebato espontáneo, sino una acción calculada. En su vehículo y en su habitación, los agentes hallaron cuadernos con planos de la iglesia, dibujos de las entradas y salidas, así como mensajes escritos en cirílico. También encontraron dispositivos de humo, con los que Westman pretendía bloquear la evacuación de los fieles. Varias salidas del templo estaban selladas desde el exterior, prueba de que el ataque había sido planificado con frialdad.

Mensajes de odio

La investigación reveló la existencia de videos y manifiestos publicados por el atacante. Uno de ellos mostraba su arsenal con mensajes violentos pintados sobre las armas: “Kill Donald Trump” y “Where is your God?” (“¿Dónde está tu Dios?”). En otro, aparecía un cuaderno con dibujos de fusiles de asalto y un sticker de la banda KMFDM, cuya estética ha sido asociada a otros tiroteos escolares.

Lo más perturbador fue el hallazgo de símbolos satánicos y referencias blasfemas. Había garabatos con cruces invertidas, frases contra los católicos y mensajes en los que se burlaba de la fe. En sus textos escritos a mano, Westman señalaba su desprecio por la Iglesia que lo había formado en la infancia y expresaba que su ataque era una “venganza contra los hipócritas y contra un Dios inexistente”.

La Policía y el FBI confirmaron que el caso se investiga como terrorismo doméstico y crimen de odio contra católicos. La elección del lugar y la fecha no fue casualidad, Westman escogió la misa de apertura del curso, un momento de significación espiritual y de alegría comunitaria, para sembrar el terror.

Una comunidad herida

El ataque dejó, además de los dos niños asesinados, un total de 17 heridos: 14 menores y 3 adultos octogenarios que asistían fielmente a misa. Algunos de los heridos fueron sometidos a cirugías de urgencia, pero las autoridades médicas confían en su recuperación.

La Annunciation Catholic School, con más de cien años de historia y unos 400 alumnos, quedó marcada por el terror. Lo que debía ser un templo de fe y aprendizaje se convirtió en escenario de horror. Los padres, reunidos en improvisados puntos de encuentro, lloraban desconsolados buscando a sus hijos. Muchos niños, cubiertos con mantas térmicas, eran consolados por psicólogos y sacerdotes que intentaban sostenerlos entre lágrimas.

Banderas a media asta

Las banderas ondean a media asta en toda la ciudad. El alcalde Jacob Frey declaró con indignación: “Estos niños estaban literalmente rezando cuando fueron asesinados. No basta con pensamientos y oraciones, necesitamos acción”. Su mensaje buscó despertar conciencia sobre la necesidad de enfrentar no solo la violencia armada, sino también el odio ideológico que la alimenta.

Hoy, la Iglesia de la Anunciación no solo llora a dos de sus pequeños hijos, sino que también se aferra a la fe que el asesino intentó profanar. Entre velas, rosarios y flores, la comunidad reza para que el sacrificio de estos niños inocentes no sea en vano, y para que el odio nunca pueda apagar la luz que brilla en cada vida entregada a Dios.

Con información de InfoCatólica

 

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