El estilo gótico actuó “poderosamente sobre las tendencias, favoreciendo lo bueno, inhibiendo lo malo y elevando las almas hacia lo bello, lo grande, en definitiva hacia Dios”. La arquitectura gótica fue llamada “escolastica de piedra”.
Redacción (19/02/2024, Gaudium Press) En el siglo XIII, la escolástica jugó un papel importante en el campo intelectual, alcanzando su culminación con Santo Tomás de Aquino.
Y el estilo gótico actuó “poderosamente sobre las tendencias, favoreciendo a los buenos, inhibiendo a los malos y elevando las almas hacia lo bello, lo grande, en definitiva hacia Dios”.[1] La arquitectura gótica fue llamada “escolastica de piedra”. [2]
Ojiva y arbotantes
Anteriormente se construyeron iglesias de estilo románico en las que “se iba formando algo de la sonrisa, llena de afabilidad, de majestad y de una discreta melancolía del gótico se iba formando”. [3]
Sin embargo, la pesada bóveda de medio punto (NdT.: en semicírculo, la del estilo románico) exigía un gran espesor de muros y ventanas estrechas que llenaban de sombras las naves. Y el gótico eliminó estos inconvenientes.
El arco románico tiene forma de semicírculo sostenido por dos líneas verticales y paralelas. Por inspiración divina se descubrió la ojiva, formada por dos segmentos de un círculo que se juntan en la parte superior formando un ángulo más o menos agudo, como manos en oración.
El cruce de las ojivas resolvió el problema de las bóvedas románicas, permitiendo la construcción de iglesias de hasta cinco naves y de gran altura, como la catedral de Chartres, en Francia, con 123 metros, y la catedral de Ulm, en Alemania, cuyo flexo culmina a 161 metros.
Y para reforzar las paredes laterales, se colocaron arbotantes en el exterior, sobre los cuales se ubicaban torreones de piedra.
Destellos, luminosidades y colores de los vitrales
Se pudieron realizar grandes huecos en los muros para instalar los vitrales, que proporcionaban mayor luminosidad al interior de la iglesia y también gran belleza.
Al incidir sobre ellos, los rayos del sol se filtran y proyectan sobre el suelo los colores rubí, zafiro, esmeralda, etc.
Algunos vitrales son tan hermosos que “de alguna manera brillan, a la manera de los inefables esplendores del Padre Eterno, matrices de todos los destellos, luminosidades y colores puestos en la Creación” [4].
Esto es especialmente cierto en la maravillosa Sainte-Chapelle, en París, cuyas paredes están hechas de vidrieras.
Sublime elevación del espíritu y gracia encantadora
“El gótico es, en esencia, un magnífico reflejo del inmenso, inagotable y fabuloso espíritu de la Santa Iglesia Católica Apostólica Romana.” [5]
Uno de los grandes méritos del estilo gótico consistió en la construcción de iglesias que eran maravillas de orden en el sentido más profundo de la palabra: un orden resplandeciente de fe, sentido común, elevación sublime del espíritu y gracia encantadora.
El estilo gótico expresó este orden no sólo en los monumentos eclesiásticos, sino también en los civiles –como los castillos–, indicando que no existe división infranqueable entre la Iglesia y la sociedad temporal. Esta última también debe estar inspirada, ordenada y marcada, incluso en lo más profundo, por un ardiente espíritu de fe [6].
Las iglesias góticas jugaron un papel importante en la catequesis
A lo largo de las paredes de las iglesias góticas se encuentran grupos escultóricos, cuidadosamente tallados en piedra, que representan escenas de la vida de Nuestro Señor y Nuestra Señora, como la Navidad, la Presentación del Niño Jesús en el Templo, la matanza de los inocentes, la huida a Egipto, la Coronación de la Reina del Universo.
En los vitrales había figuras de gente común ejerciendo sus profesiones. Observándolos se puede ver que su espíritu está poblado de ideas de orden superior, dándoles dignidad, equilibrio, recogimiento y una preponderancia total del alma sobre la materia. [7]
Sentido de lo maravilloso
El gótico es fruto del sentido de lo maravilloso que la Iglesia ha ido perfeccionando con el tiempo.
Este sentido está íntimamente ligado al amor de Dios, porque es a través de él que podemos elevar nuestra alma al Altísimo, propósito para el cual fueron creadas las cosas maravillosas. (…)
Lo maravilloso no sólo se expresa en seres creados directamente por Dios, como la Bahía de Guanabara en Rïo de Janeiro, por ejemplo. La mayor maravilla que salió de sus manos fue el hombre, y las maravillas creadas por él indican la grandeza de la obra maestra divina y, por tanto, la grandeza de su Artífice; por sí mismas, las obras del hombre son indirectamente criaturas de Dios.
Dante llama a las obras de arte humanas nietas de Dios, porque son hijas del hombre, que es hijo de Dios.[8]
Un ejemplo de la búsqueda de la belleza incluso en cosas secundarias son los arbotantes de la catedral de Reims, en Francia. No parecen estar ahí para sostener las paredes, sino como adornos. Sobre cada uno de ellos hay un Ángel tallado en piedra, a punto de alzar el vuelo hacia el Cielo. [9]
Catedral de Notre-Dame: alegría del mundo entero
Respecto a la Catedral de Notre-Dame de París, el Dr. Plinio Corrêa de Oliveira afirmó:
“Ya sea en sus aspectos externos o internos, es una obra maestra de buen gusto, de orden, de sobriedad, que siempre me lleva a parafrasear em su favor las palabras de la Escritura: es la iglesia de una perfecta belleza, ¡gloria y alegría del mundo entero!
“Perfecta en cada detalle, en cada secuencia de sus columnatas y arcadas góticas, así como en sus galerías de imágenes de reyes o santos, dispuestas en impecables tamaños, alturas y distancias.
“Perfecta en el gran rosetón central de su fachada, que (…) es una aureola magnífica para la más magnífica de todas las criaturas, María Santísima, cuya imagen se presenta allí para la devoción y contemplación del pueblo fiel. (…)
“Hermosa también, de quedar mudo, en la riqueza de su interior, tallado con columnas y ojivas, resplandeciente en la gloriosa policromía de sus vitrales, o en los encantadores frisos de bajorrelieves que adornan el coro, que, en una exuberante sinfonía de colores y detalles, retratan los momentos más significativos de la vida de Jesús” [10].
Hubo un hombre que tuvo la osadía de hacer un añadido a Notre-Dame: Viollet-le-Duc (1814-1879), quien concibió la idea sublime de colocar sobre ella su famosa flecha y la llevó a cabo. En el terrible incendio ocurrido en 2019, la flecha quedó completamente destruida.
Los Heraldos del Evangelio han restaurado el gótico. Las iglesias construidas por ellos –o en proceso de construcción–, en varios países, son de este estilo con una nota especial: el color –además de los vitrales– brilla en las paredes y el techo.
Por Paulo Francisco Martos
(Nociones de historia de la iglesia)
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[1] CORRÊA DE OLIVEIRA, Plinio. Reflexo do inesgotável espírito da Igreja. In Dr. Plinio. São Paulo. Ano II, n. 16 (julho 1999), p. 34.
[2] SEMPER, Gottfried. In WORRINGER, Willelm. A arte gótica. Lisboa: 70, 1992, p. 135.
[3] CORRÊA DE OLIVEIRA, Plinio. Ó Igreja Católica! In Dr. Plinio. Ano XXI, n. 239 (fevereiro 2018), p. 32.
[4] Idem. Maravilha, sonho, realidade! In Dr. Plinio. Ano VI, n. 61 (abril 2003), p. 34.
[5] Idem. Reflexo do inesgotável espírito da Igreja. In Dr. Plinio. Ano II, n. 16 (julho 1999), p. 34.
[6] Cf. CORRÊA DE OLIVEIRA, Plinio. Catolicismo. Campos dos Goitacazes, n. 97 (janeiro 1959).
[7] Cf. Idem. In Dr. Plinio. Ano XI, n. 123 (junho 2008), p. 34.
[8] Cf. Idem. Obra de homem. Obra de Deus. In Dr. Plinio. Ano XXIII, n. 273 (dezembro 2020), p. 32-33.
[9] Cf. DANIEL-ROPS, Henri. A Igreja das catedrais e das Cruzadas. São Paulo: Quadrante. 1993, v. III, p. 413.
[10] CORRÊA DE OLIVEIRA, Plinio. Beleza perfeita, alegria do mundo inteiro. In Dr. Plinio. Ano V, n. 54 (setembro 2002), p. 32
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