El 28 de marzo de 2025, el Opus Dei celebrará el centenario de la ordenación sacerdotal de San Josemaría Escrivá, con eventos en Zaragoza y Roma para conmemorar su legado.
Redacción (20/03/2025 12:07, Gaudium Press) Este 28 de marzo, la Prelatura del Opus Dei conmemorará una fecha histórica: el primer centenario de la ordenación sacerdotal de su fundador, San Josemaría Escrivá, un evento que no solo marcó un hito en su vida, sino que dio inicio a una obra que sigue tocando existencias en todo el mundo. Esta efemérides será celebrada con actos litúrgicos y académicos en dos lugares clave, Zaragoza y Roma, que fueron fundamentales en su vocación y misión.
San Josemaría Escrivá fue ordenado sacerdote en Zaragoza, el 28 de marzo de 1925, por Mons. Miguel de los Santos Díaz Gómara, en la iglesia de San Carlos. El día de su ordenación fue una jornada de profunda emoción y gratitud hacia Dios. San Josemaría experimentó “emoción y confusión ante la bondad del Señor” durante las ceremonias litúrgicas que lo consagraban como presbítero. Este evento trascendental lo impulsó a vivir una vida de total entrega al servicio de Dios y del prójimo.
La Humildad y Espiritualidad de la Primera Misa de San Josemaría Escrivá
Después de su ordenación, San Josemaría celebró su primera Misa en la Basílica del Pilar de Zaragoza, el 30 de marzo de 1925, misa que fue de carácter modesto y reservado, y estuvo marcada por el dolor de la pérdida de su padre, quien había fallecido en noviembre de 1924. En palabras de su hermano Santiago, quien era apenas un niño en ese momento, “fue Misa rezada, a la que asistimos mi madre, mi hermana Carmen, yo y pocos más”. Este modesto acto de devoción y de comunión con Dios fue un reflejo de la humildad con la que San Josemaría afrontó su vocación. La ceremonia fue íntima, pero llena de una profunda espiritualidad, como también lo describe su prima Sixta Cermeño: “Junto a la intimidad del momento, había una nota triste, pues la madre de Josemaría lloraba, posiblemente porque recordaba la reciente pérdida de su marido”.
La elección de la Basílica del Pilar para su primera misa, un lugar que San Josemaría visitaba a diario y donde encontraba consuelo en sus momentos de oración —donde clamaba su Domina, ¡ut sit! (Señora, ¡que yo sea eso que Tú quieres, que yo no sé qué es!)— señala la importancia que le dio al sacrificio personal y al servicio en los momentos más íntimos de su vida. En sus recuerdos, la primera Misa fue un acto de profunda espiritualidad, pero también de sufrimiento, como lo expresó el mismo San Josemaría: “En la Santa Capilla, ante un puñado de personas, celebré sin ruido mi Primera Misa”.
Unas estampas de Nuestra Señora de esa ocasión llevaban impreso por detrás el texto del recordatorio:
«El Presbítero José María Escrivá y Albás celebrará su primera Misa en la Santa y Angélica Capilla del Pilar de Zaragoza, el 30 de Marzo de 1925, a las diez y media de la mañana, en sufragio del alma de su padre D. José Escrivá Corzán, que se durmió en el Señor el día 27 de Noviembre de 1924. A.M.D.G. Invitación y recuerdo»
Foto: opusdei.org, recordatorio de la primera Misa.
La primera celebración tuvo uno de los momentos mas dramáticos cuando San Josemaría quiso dar la comunión a su madre, Doña Dolores, quien había estado a su lado en todo el proceso de su vocación. Sin embargo, para sorpresa del sacerdote, se vio privado de esta alegría cuando otra mujer se adelantó en el reclinatorio para recibir la comunión primero. Esta situación, lejos de ser un obstáculo, reflejó la humildad de San Josemaría, quien se despojó de su propio deseo para evitar cualquier desdén hacia aquella mujer.
El recuerdo de su primera Misa y la emoción con la presencia de su madre, quien no pudo contener las lágrimas por la intensidad del momento, marcó a San Josemaría. El propio Rector de la iglesia de San Carlos relató cómo Doña Dolores estaba “hecha un mar de lágrimas” durante toda la ceremonia, lo que hacía aún más conmovedora la situación. Pero de igual forma, esa celebración se mantuvo en la simplicidad.
Foto: opusdei.org, recordatorio de la primera Misa.
Después de la misa continuó la celebración en el modesto hogar familiar del padre fallecido, donde se ofreció una comida sencilla pero llena de cariño. Ese día, San Josemaría recibió también su primer nombramiento eclesiástico. Como recuerda, con un tono de melancolía y humildad, “desconsolado y sollozando protestaba filialmente al Señor: ¡Cómo me tratas, cómo me tratas!” Esta frase revela el conflicto interior que vivió al aceptar su vocación, marcada por sacrificios personales, pero también por una total entrega a la misión que Dios le había encomendado.
El Legado Vivo de San Josemaría Escrivá: Opus Dei
Hoy, cien años después de esa ordenación, el legado de San Josemaría Escrivá sigue vivo no solo en la Prelatura del Opus Dei, sino en miles de personas que a través de su obra continúan buscando la santificación del trabajo y de la vida cotidiana. La visión de San Josemaría sobre la importancia de ver lo ordinario como un medio para alcanzar la santidad sigue inspirando a cristianos en todas partes. Durante estos cien años, el Opus Dei ha sido un vehículo para que muchas personas descubran que la santidad no está reservada para unos pocos, sino que cada acción diaria puede ser un acto de amor hacia Dios y hacia los demás.
“El Opus Dei pretende ayudar a las personas que viven en el mundo —al hombre corriente, al hombre de la calle—, a llevar una vida plenamente cristiana, sin modificar su modo normal de vida, ni su trabajo ordinario, ni sus ilusiones y afanes”, dijo San Josemaría en una entrevista.
Celebrando el Legado Espiritual de San Josemaría Escrivá
En Zaragoza, las celebraciones del centenario incluirán una Misa solemne en la iglesia de San Carlos, donde San Josemaría fue ordenado sacerdote, y una vigilia de oración por las vocaciones sacerdotales. En Roma, también se celebrará una Misa de acción de gracias, presidida por Mons. Mariano Fazio, Vicario auxiliar del Opus Dei. Este centenario no solo es un acto de memoria histórica, sino un recordatorio de la relevancia de la Eucaristía y del sacrificio sacerdotal, que siempre fueron el centro de la vida espiritual de San Josemaría.
En conclusión, el centenario de la ordenación sacerdotal de San Josemaría Escrivá además de ser una conmemoración de un hecho histórico, es una oportunidad para reflexionar sobre el llamado divino que todos los cristianos recibimos, y sobre cómo, a través de nuestra vida cotidiana, podemos también santificarnos. La vida de San Josemaría y el cómo vivió su vocación continúan siendo fuente de inspiración para muchos. Como él mismo enseñó, la santidad no está reservada para unos pocos, sino que cada momento de nuestra vida, incluso el más simple y cotidiano, puede ser una ofrenda a Dios.
Con información de ACI prensa y opusdei.org
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