Lo más alarmante de esta anarquía que se percibe en muchas partes y de la que ya estamos viendo sus primeras manifestaciones, es la desorganización de la reacción contra ella.
Redacción (13/09/2020 13:10, Gaudium Press)
Lo más alarmante de esta anarquía que se percibe en muchas partes y de la que ya estamos viendo sus primeras manifestaciones, es la desorganización de la reacción contra ella.
No aparecen líderes que estén en capacidad moral y política para salirle al encuentro. En cambio los promotores del caos sí los tienen pues basta ser violento, agresivo, terrorista y resentido por cualquier razón, para trasmitirle a una masa espontánea de semejantes, un odio tremendo contra todo lo que signifique el estado de cosas actual que se quiere derribar.
El juego político es muy fácil de entender. Y lo había advertido Plinio Corrêa de Oliveira (1) con la expresión: Binomio Miedo-Simpatía. En otras palabras, o se aceptan los cambios que generaron y están generando las medidas de control de la pandemia y sus aún misteriosos orígenes, o se nos viene encima una ola de violencia y terror que ni las legítimas fuerzas de orden público van a poder controlar, porque en este momento están siendo el blanco más evidente de ese caos organizado rumbo a la instauración de lo que muchos llaman de “nuevo orden mundial”.
Ojos al Cielo y Rosario en mano todos los días para pedir la intervención de María Santísima porque también Ella también ya lo había advertido desde sus apariciones de1917 en Fátima pidiendo conversión de costumbres, lo cual es evidentísimo que no fue atendido.
Pero lo más sospechoso es la presencia de algo que va más allá de lo natural en estas manifestaciones violentas como las de Black Lives Matter y lo que recientemente sucedió en algunas ciudades de Colombia a raíz de la muerte de una persona en manos de unos policías. No son coincidencias simples. Es imposible que se den de manera tan parecida casos que como estos desatan inmediatamente una reacción en cadena como si hubiese una organización detrás de ellos dirigiéndolo todo.
Cabe preguntar en rigor de toda lógica, si no hay una inteligencia misteriosamente precisa a la cual solamente el poder de la fe puede confundir y derrotar. Lo cierto es que el demonio no duerme.
Si a esto se llega a sumar repentinamente la amenaza de un conflicto internacional que anuncie una hecatombe termonuclear, esa inteligencia siniestra va a quedar con el control de todo y a la humanidad no le quedará otra alternativa que el tal sometimiento de su voluntad a la voluntad de aquel misterioso agente del caos y la destrucción del mundo de hoy, mundo que no quiso atender de ninguna manera el maternal llamado de la Virgen María.
No es el capitalismo lo que se quiere destruir, hay que tenerlo bien claro. Son los últimos restos de Cristiandad que quedan sobre la Tierra después de las catástrofes políticas a que la Iglesia Católica ha sido sometida desde que el liberalismo ideológico transformó inadvertidamente las costumbres morales que Ella había logrado instaurar en el mundo: es el triunfo definitivo del laicismo radical del Estado, e imposición a punta de violencia, de una mentalidad amoral e igualitaria sin ningún temor de Dios.
Por Antonio Borda
(1) Plinio Corrêa de Oliveira, “Transbordo Ideológico inadvertido y diálogo”, Catolicismo, No. 170 Febrero de 1965.Sao Paulo-Brasil.
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