Además, en noviembre el Ejército le reconocerá plenamente como capellán y, a partir de entonces, ejercerá a tiempo parcial como capellán de su unidad de reserva.
Redacción (08/07/2024, Gaudium Press) En 2012, un recién graduado de West Point, Joshua Miller, esperaba ir a prestar servicio a Irak o Afganistán, donde las tropas realizaban misiones importantes. Pero primero fue destinado a Alaska y de ahí al Pacífico donde tuvo que atender a soldados que regresaban del teatro de operaciones, con todo tipo de heridas, también psicológicas.
“Lo que realmente necesitaban era alguien que se les escuchara, alguien con quien hablar, alguien que oyera sus historias”, cuenta el hoy padre Joshua, de 34 años, que, como capitán del ejército durante cinco años, supervisó un equipo de combate de hasta 40 soldados, la mayoría en Fort Wainwright, cerca de Fairbanks, Alaska, antes de discernir la llamada a ser sacerdote y capellán militar.
“A través de muchas, muchas de estas conversaciones, reconocí en mi propio corazón el deseo de ser un padre espiritual para ellos en lugar de ser su jefe”, expresa.
Después de 10 años en el ejército, Joshua Miller solicitó el sacerdocio en dos diócesis diferentes, y estudió en dos seminarios importantes, al tiempo que se preparaba para servir como capellán militar a tiempo completo.
Su ordenación sacerdotal el 8 de junio en la Basílica de San Estanislao Kostka en Winona, Minnesota, por el obispo de Winona-Rochester, Robert Barron, marcó el final de su largo camino hacia la vocación sacerdotal y el comienzo de una nueva aventura de llevar a Cristo como sacerdote a la diócesis de Winona-Rochester y a la cultura militar que conoce bien.
A través de un programa de seminaristas copatrocinado entre la Arquidiócesis para los Servicios Militares, EE.UU. (AMS) y la diócesis de Winona-Rochester, el padre Miller sirvió durante tres años en su diócesis y luego cinco años como capellán militar a tiempo completo, antes de volver a servir en la diócesis.
En noviembre, el Ejército le reconocerá plenamente como capellán y, a partir de entonces, ejercerá a tiempo parcial como capellán de su unidad de reserva.
“Estoy muy emocionado, en el sentido de que el seminario es un largo viaje, y es bastante arduo”, dijo el Padre Miller, que comienza este mes su primera asignación sacerdotal como vicario parroquial en la iglesia católica del Sagrado Corazón en Owatonna, Minnesota, a unas 65 millas al sur de Minneapolis. “Siento que estoy en el comienzo del resto de mi vida, una larga aventura de sacerdocio y luego en la capellanía”, aseguró.
El Ejército y otras ramas de las fuerzas armadas de EE.UU. tienen una gran necesidad de capellanes católicos. Sólo 82 sacerdotes católicos están ahora en servicio activo en el Ejército, y 53 están en la reserva, sirviendo a más de 250.000 soldados católicos en todo el mundo, así como a sus familias; según la AMS, a estos capellanes se les confía el cuidado pastoral de 1,8 millones de católicos en los EE.UU.
Con información de CNA / Infocatólica.
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