El rector mayor salesiano habló con el Papa el pasado 11 de julio sobre una nueva misión enconmendada. ¿Cuál será?
Redacción (14/07/2023 08:46, Gaudium Press) Como ya ha sido resaltado por varios medios, los tiempos recientes no habían visto a un superior religioso en funciones convertido sin previo aviso en Cardenal.
Hablamos del P. Ángel Fernández Artime, rector mayor de los salesianos, el asturiano que desde el 2014 regenta la familia fundada por el inmortal Don Bosco, quien desde el 30 de septiembre próximo será uno de los 10 purpurados salesianos existentes, de los cuál seis todavía tendrían la capacidad de elegir nuevo Papa.
De hecho, la sorpresa fue mayúscula también para él, no solo por su elevación al cardenalato sino por lo que ocurriría con sus funciones al frente de la familia salesiana, según lo declaró hace dos días en carta: “¿Y ahora qué sucede? ¿Y cómo queda la Congregación en un futuro próximo?”, se preguntó.
Sin embargo, y como si le estuvieran leyendo el pensamiento, media hora después del Ángelus donde había anunciado los 21 nuevos cardenales, el P. Artime recibía carta de Francisco en la que le decía que quería hablar con él. Esto ocurrió efectivamente el 11 de julio pasado, y allí se acordaron “los tiempos necesarios” en su labor como superior salesiano, “para el bien, ante todo, de la Congregación” que dirige.
Cuenta el P. Fernández Artime que el Papa consideró adecuado que después de su creación como Cardenal siguiese llevando las riendas salesianas, pero hasta el 31 de julio de 2024: “Después de esa fecha yo presentaré mi renuncia como Rector Mayor por haber sido llamado por el Santo Padre para el servicio que él me encomendará. Así me lo ha comunicado”, expresó.
¿Cuál será este servicio? El sacerdote dice que aún no se lo ha comunicado Francisco, pero ya pide “que recen por mí ante la perspectiva del nuevo servicio en la Iglesia que, como hijo de Don Bosco, acepto en obediencia, sin haberlo buscado ni deseado. Nuestro Amado Padre Don Bosco es testigo de esto ante el Señor Jesús”, afirma.
Abiertas las posibilidades y las quinielas, ya comienzan los vientecillos murmurantes, sugiriendo que podría ocupar la sede de Barcelona, que tiene a su cabeza a un Cardenal Omella de 77 años.
Pero hay otro vientos, más osados, que susurran que su misión será la de prefecto del Dicasterio para los religiosos, para lo que concurriría no solo su condición de perteneciente a una familia religiosa, algo de lo que carece el actual prefecto, sino su amplia experiencia internacional adquirida como rector mayor desde hace casi diez años.
En fin, habrá tiempo para vaticinios. Por ahora los salesianos celebran, y también los muchos que aprecian en todo el orbe la buena labor que ejercen los hijos de Don Bosco en los cuatro rincones de la Tierra. (SCM)
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