Hoy trató en la audiencia general sobre el Espíritu Santo y la esperanza.
Redacción (11/12/2024 10:33, Gaudium Press) En la Audiencia General de hoy el Papa ha concluido sus catequesis sobre “El Espíritu Santo y la Esposa”, que ha comportado un total de 17 enseñanzas.
Hoy trató sobre el Espíritu Santo y la esperanza.
“El Espíritu Santo es la fuente siempre borbotante de la esperanza cristiana”, señaló el Pontífice, y “si la Iglesia es una barca, el Espíritu Santo es la vela que la empuja y la hace avanzar en el mar de la historia”, dijo Francisco en este epílogo.
La esperanza no es una palabra vacía, ni un vago deseo nuestro de que las cosas vayan mejor: la esperanza es una certeza, porque se funda en la fidelidad de Dios a sus promesas. Y por eso se la llama virtud teologal: porque está infundida por Dios y tiene a Dios como garante.
Irradiar y sembrar esperanza
En la reflexión propuesta hoy, el Papa explicó que la esperanza “es una virtud sumamente activa”. “El Espíritu Santo está en el origen del grito de los pobres. Es la fuerza que se da a los que no tienen fuerza”.
El cristiano no puede contentarse con tener esperanza; debe también irradiar esperanza, ser sembrador de esperanza. Este es el don más hermoso que la Iglesia puede hacer a toda la humanidad, sobre todo en momentos en que todo parece arriar las velas.
El amor, la forma más eficaz de evangelización
Francisco recordó la invitación del apóstol Pedro a los primeros cristianos a estar “siempre dispuestos a responder a todo el que les pregunte por la esperanza que hay en ustedes”, “con mansedumbre y respeto”. Porque “no es tanto la fuerza de los argumentos lo que convencerá a la gente, sino el amor que sepamos poner en ellos”, aclaró el Pontífice, y ésta es “la primera y más eficaz forma de evangelización. Y está abierta a todos”.
El Espíritu hace a Cristo operante y presente en la Iglesia
Deteniéndose en el tema de las diecisiete catequesis dedicadas al Espíritu Santo y a la Iglesia, el Papa se refierió a la invocación –“¡Ven!”- dirigida por el Espíritu y la Esposa a Cristo resucitado en uno de los últimos versículos de la Biblia, en el Apocalipsis, y que en los primeros cristianos era el grito “¡Maràna tha!”, “¡Ven Señor!”. “Este grito y la espera que expresa nunca se han extinguido en la Iglesia”, señaló Francisco, precisando que además de la “espera de la venida final de Cristo” existe también “la espera de su venida continua en la situación actual y peregrina de la Iglesia”. Pero “Ven” es también la invocación que la Iglesia dirige al Espíritu, por ejemplo en muchos himnos y oraciones. De ahí lo resumido por el Pontífice.
Después de la Resurrección, el Espíritu Santo es el verdadero “alter ego” de Cristo, Aquel que ocupa su lugar, que lo hace presente y operante en la Iglesia. Es Él quien “anuncia las cosas futuras” y las hace desear y esperar. Por eso Cristo y el Espíritu son inseparables, también en la economía de la salvación.
Con información de Vatican News
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