El Pontífice meditó en el Regina Coeli sobre la acción del Paráclito junto a los apóstoles temerosos.
Redacción (29/05/2023 09:06, Gaudium Press) Ayer, en el Regina Coeli de Pentecostés, desde el balcón hacia la Plaza de San Pedro, el Papa Francisco recordó la frase del Señor en el Evangelio del día, que narra la aparición del Señor resurrecto a los apóstoles quienes estaban encerrados en una casa “por miedo a los judíos”: “Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos”, (Jn 20, 22-23) dijo Cristo entonces.
Así – afirmó Francisco – “con el don del Espíritu, Jesús quiere liberar a los discípulos del miedo que los mantiene encerrados en sus casas, para que puedan salir y convertirse en testigos y anunciadores del Evangelio”.
A veces, por algún problema, personal, familiar, o por el mal que sentimos en torno de nosotros, “caemos poco a poco en la pérdida de la esperanza y nos falta el valor para seguir adelante, [nos] encerramos en nosotros mismos, atrincherándonos en el laberinto de las preocupaciones”, expresó el Pontífice.
Este encerrarse viene acompañado de miedos: “permitimos que el miedo tome el control y haga su ‘gran voz’ dentro de nosotros”. Es un miedo “a no ser capaz de hacer frente, a estar solo para afrontar las batallas cotidianas, a correr riesgos y luego decepcionarse, a tomar decisiones equivocadas”.
El remedio a esos miedos nos lo presenta el evangelio, y es el Espíritu Santo:
“Él libera de las prisiones del miedo. Al recibir el Espíritu, los apóstoles -hoy lo celebramos- abandonan el cenáculo y salen al mundo para perdonar los pecados y proclamar la buena nueva. Gracias a Él, se vencen los miedos y se abren las puertas. Porque esto es lo que hace el Espíritu: nos hace sentir la cercanía de Dios y así su amor echa fuera el miedo, ilumina el camino, consuela, sostiene en la adversidad”, concluyó Francisco.
Con información de Vatican News
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