Solo Ella pudo atraer al Mesías a la Tierra.
Redacción (08/09/2022 10:13, Gaudium Press) Solo hay tres natividades que la Iglesia celebra en su calendario litúrgico, la de Cristo, la de San Juan Bautista y la de la Virgen. Es el Bautista grandemente exaltado de esta manera, pero sobre todo así se destaca la gran alegría que la Iglesia siente con el nacimiento de la Madre de Dios.
La llegada de la Criatura perfecta
La venida de Nuestra Señora al mundo, como decía el Prof. Plinio Corrêa de Oliveira, es la llegada de la criatura perfecta, la de la criatura que encuentra plena gracia ante Dios, la única cuyas oraciones tienen el poder de acabar la espera milenaria del Mesías.
Hubo Patriarcas, Profetas, almas elegidas, que ansiaron, sufrieron y oraron por el arribo del Salvador de los hombres. Pero fueron sólo las oraciones y las ansias de María Santísima que habrían de conseguir esto, y por eso la entrada en la historia de la Criatura perfecta es el inicio de la salvación.
Decía también el Dr. Plinio que con la llegada de la Virgen al mundo todas las relaciones de los hombres con Dios se modificaron, y que la puerta del cielo que estaba cerraba comenzó a entreabrirse, a dejar filtrar luces y esperanzas de que esa puerta se abriría por acción del Salvador. El nacimiento de Nuestra Señora presagiaba todo eso.
También la historia comenzó a dar un vuelco con la llegada de la Virgen, porque su acción de presencia era tan rica en bendiciones que también pre-anunciaba la venida de Jesús. Su acción de presencia ya iba derrotando el mal.
El nacimiento de la Virgen es el inicio del triunfo contra el paganismo, contra el reino de satanás.
En este mundo neo-pagano, deseemos que María nazca en los corazones
Afirmaba el Dr. Plinio, que en este mundo neo-pagano, debemos pedir que haya almas que tengan tanto a María en el corazón, que ‘mutatis mutandis’ realicen una acción de presencia análoga a la que la Virgen realizó en el Antiguo Testamento.
Y que debemos pedir, que así como Ella apenas llegada a la tierra empezó a pedir el advenimiento del Mesías, las almas mariales imploren eficazmente el triunfo del Inmaculado Corazón de María, prometido por la Virgen en Fátima.
Debemos pedir que seamos esas almas mariales, con deseos eficaces, sapienciales, ponderados, serios, profundos, que nos arrebaten por entero, de que llegue cuanto antes el Reino de María.
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