Francisco dijo que nosotros, que hemos sido objeto de la misericordia divina, debemos ser misericordiosos con los demás.
Roma (12/04/2021 10:45, Gaudium Press) Ayer domingo, cuando la Iglesia celebraba el Día de la Misericordia instaurado por San Juan Pablo II a instancias de las revelaciones de Santa Faustina, Francisco se dirigió a la iglesia de Santo Spirito in Sassia, donde está el santuario romano de la Divina Misericordia.
Ahí celebró la misa y estuvo acompañado por un grupo de fieles.
En la homilía el Papa planteó el tema de si nosotros, que hemos sido objeto de misericordia, somos a nuestra vez misericordiosos con los demás.
Las apariciones de Jesús Resucitado son misericordia para unos discípulos que eran pecadores
El Papa analizó a la luz de la misericordia la lectura evangélica del día, que narra la aparición de Jesús Resurrecto a los apóstoles y discípulos en diversas ocasiones: El Señor “consuela con paciencia sus corazones desanimados”, dijo y apóstoles y discípulos cambian de vida “reanimados por Jesús”. “Jesús los vuelve a levantar con la misericordia. Y ellos, misericordiados, se vuelven misericordiosos”.
“En primer lugar, les da la paz. Los discípulos estaban angustiados. Se habían encerrado en casa por temor, por miedo a ser arrestados y correr la misma suerte del Maestro. Pero no sólo estaban encerrados en casa, también estaban encerrados en sus remordimientos. Habían abandonado y negado a Jesús. Se sentían incapaces, buenos para nada, inadecuados. Jesús llega y les repite dos veces: «¡La paz esté con ustedes!». No da una paz que quita los problemas del medio, sino una paz que infunde confianza dentro. No es una paz exterior, sino la paz del corazón”, expresó el Papa.
“Los discípulos eran culpables, habían huido abandonando al Maestro. Y el pecado atormenta, el mal tiene su precio. Siempre tenemos presente nuestro pecado, dice el Salmo (cf. 51,5). Solos no podemos borrarlo. Sólo Dios lo quita, sólo Él con su misericordia nos hace salir de nuestras miserias más profundas. Como aquellos discípulos, necesitamos dejarnos perdonar. El perdón en el Espíritu Santo es el don pascual para resurgir interiormente. Pidamos la gracia de acogerlo, de abrazar el Sacramento del perdón”, continuó el Pontífice.
¿Somos misericordiosos?
Invitando al sacramento de la reconciliación, el Pontífice dijo que en el centro de éste está la misericordia divina que ofrece el perdón.
Al finalizar la homilía el Papa invitó a preguntarse:
“Yo, que tantas veces recibí la paz de Dios, su perdón, su misericordia, ¿soy misericordioso con los demás? Yo, que tantas veces me he alimentado con su Cuerpo, ¿qué hago para dar de comer al pobre? No permanezcamos indiferentes. No vivamos una fe a medias, que recibe pero no da, que acoge el don pero no se hace don. Hemos sido misericordiados, seamos misericordiosos. Porque si el amor termina en nosotros mismos, la fe se seca en un intimismo estéril”.
Con información de Vatican News
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