En su enseñanza en la Audiencia General, Francisco dijo que la oración atrae los milagros, incluso aunque no los percibamos.
Ciudad del Vaticano (10/02/2021 08:48, Gaudium Press) Tras tratar, la semana pasada, de la unión entre oración y liturgia, el Papa en la catequesis de la audiencia general de hoy profundizó sobre la oración en la vida cotidiana.
“Canten a Dios con gratitud y de todo corazón salmos, himnos y cantos inspirados. Todo lo que puedan decir o realizar, háganlo siempre en nombre del Señor Jesús, dando gracias por él a Dios Padre”, dice el Apóstol San Pablo en su Carta a los Colosenses (3,16-17).
La oración debe impregnar nuestra vida cotidiana, “por las calles, en las oficinas, en los medios del transporte…”, ejemplificó el Papa, pues quien reza “es como el enamorado, que lleva siempre en el corazón a la persona amada, donde sea que esté”.
Cuando la persona vive en este estado de oración “toda alegría se convierte en motivo de alabanza, toda prueba es ocasión para una petición de ayuda”. La oración, expresó el Pontífice, “está siempre viva en la vida como una brasa de fuego”, y así, también “cuando la boca no habla, el corazón habla”. Incluso un pensamiento “aparentemente profano”, puede estar “impregnado de oración”.
La oración tiene como finalidad a Jesús, y en la oración “Jesús viene a nuestro encuentro”. La oración “transforma este hoy en gracia» y “nos transforma”, recalcó el Papa.
“La oración apacigua la ira, sostiene el amor, multiplica la alegría…”
“La oración apacigua la ira, sostiene el amor, multiplica la alegría, infunde la fuerza para perdonar. En algún momento nos parecerá que ya no somos nosotros los que vivimos, sino que la gracia vive y obra en nosotros mediante la oración”.
Cuando por ejemplo llegue un pensamiento de ira, de descontento, recurrir a la oración:
“Cada día que empieza, si es acogido en la oración, va acompañado de valentía, de forma que los problemas a afrontar no sean estorbos a nuestra felicidad, sino llamadas de Dios, ocasiones para nuestro encuentro con Él. Y cuando uno está acompañado por el Señor, se siente más valiente, más libre y también más feliz”, enseñó Francisco.
Hay que rezar “por todo y por todos”, incluso por los enemigos, enseñó el Papa. Hay que rezar por los seres queridos, y también por quienes no conocemos, particularmente por los infelices, por los pobres, por aquellos “que lloran en la soledad y desesperan porque todavía haya un amor que late por ellos”.
Recordó el Pontífice que “la oración realiza milagros” incluso aunque no lo sepamos.
Invocó también Francisco a la Virgen de Lourdes, cuya fiesta celebra la Iglesia universal mañana.
Con información de Vatican News
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