La acción del Espíritu Santo es concomitante con la negación de “la carne con sus pasiones y sus apetencias”. Advirtió el Papa contra la burocracia sacramentaria.
Redacción (27/10/2021 08:45, Gaudium Press) Varios temas trató hoy el Papa Francisco, en la secuencia de sus meditaciones sobre la carta paulina a los Gálatas, realizadas en las Audiencias Generales.
Hoy trató de lo que son los frutos del Espíritu Santo.
“En cambio, el fruto del Espíritu es amor, alegría, paz, paciencia, afabilidad, bondad, fidelidad, mansedumbre, dominio de sí; contra tales cosas no hay ley. Pues los que son de Cristo Jesús, han crucificado la carne con sus pasiones y sus apetencias”, dice el Apóstol en su epístola (Gal 5, 22-24)
“¿Qué ocurre cuando nos encontramos con Jesús Crucificado en la oración?”. Sucede, respondió Francisco, “lo que ocurrió bajo la Cruz”, es decir, que “Jesús entrega el Espíritu”, o sea que “da su propia vida”. “Y el Espíritu, que brota de la Pascua de Jesús, es el principio de la vida espiritual”, dijo el Pontífice.
Quien se aleja de Cristo, y por tanto del Espíritu Santo, empieza a realizar las “obras de la carne, que se refieren al uso egoísta de la sexualidad, a las prácticas mágicas que son idolatría y a lo que socava las relaciones interpersonales, como “discordia, celos, iras, rencillas, divisiones, disensiones, envidias”.
Cuidado con la burocracia sacramentaria
“Todo esto es fruto – por así decirlo – de la carne, de un comportamiento sólo ‘humano’, ‘enfermizamente humano’. Porque un humano tiene sus valores, pero esto es ‘enfermizamente’ humano. El fruto del Espíritu, en cambio, es ‘amor, alegría, paz, paciencia, afabilidad, bondad, fidelidad, mansedumbre, dominio de sí’”, expresó Francisco.
Propuso el Papa como meditación, tomar la lista paulina de los frutos del Espíritu para compararla con la propia vida.
“Cuántas veces nosotros mismos, los sacerdotes o los obispos, hacemos tanta burocracia para dar un sacramento, para acoger a la gente, que la gente dice: ‘No, esto no me gusta’, y se va, y no ve en nosotros, muchas veces, la fuerza del Espíritu que regenera, que nos hace nuevos a todos”, se planteó el Papa.
Concluyendo, Francisco afirmó que “tenemos la gran responsabilidad de anunciar a Cristo crucificado y resucitado, animados por el soplo del Espíritu de amor. Porque sólo este amor tiene el poder de atraer y cambiar el corazón del hombre”.
Con información de Vatican News
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