En el Ángelus dominical Francisco meditó sobre el evangelio del día.
Redacción (28/02/2022 09:13, Gaudium Press) En el Ángelus dominical, el Papa Francisco meditó sobre la lectura evangélica del día, que narra la parábola de la brizna de paja en el ojo ajeno y la viga en el propio, ejemplificando así el Señor esa tendencia del ser humano a focalizar o agrandar los defectos de los hermanos mientras se mira con indiferencia hacia los propios.
Es decir, “estamos muy atentos a los defectos de los demás, incluso a los que son pequeños como una brizna de paja, e ignoramos serenamente los nuestros otorgándoles poco peso”, explicó Francisco.
“Encontramos siempre motivos para culpabilizar a los demás y justificarnos a nosotros mismos. Y muchas veces nos quejamos de las cosas que no funcionan en nuestra sociedad, en la Iglesia, en el mundo, sin cuestionarnos antes a nosotros mismos y sin comprometernos en primer lugar a cambiar”, insistió el Papa.
Si caemos en esta situación, sufrimos de “mirada ciega”. “Y si estamos ciegos no podemos pretender ser guías y maestros para los demás: de hecho, un ciego no puede guiar a otro ciego”.
Cómo se abre la misericordia del Señor
Por el contrario, debemos “nuestro interior para reconocer nuestras miserias. Porque si no somos capaces de ver nuestros defectos, tenderemos siempre a exagerar los de los demás. En cambio, si reconocemos nuestros errores y nuestras miserias, se abre para nosotros la puerta de la misericordia”.
Debemos imitar a Jesucristo, es preciso “mirar a los demás como lo hace Él, que no ve antes que nada el mal sino el bien”, Dios no ve en los nuestros errores irremediables y está dispuesto siempre a perdonar.
Sobre el modo de hablar, el Papa meditó sobre la expresión “de la abundancia del corazón habla la boca”.
“Las palabras que usamos dicen la persona que somos. Sin embargo, a veces prestamos poca atención a nuestras palabras y las empleamos de modo superficial. Pero las palabras tienen un peso: nos permiten expresar pensamientos y sentimientos, dar voz a los miedos que sentimos y a los proyectos que queremos realizar, bendecir a Dios y a los demás”, expresó Francisco.
Con las palabras también podemos “destruir a los hermanos: ¡las murmuraciones hieren y la calumnia puede ser más cortante que un cuchillo!” Debemos reflexionar sobre el tipo de palabras que usamos.
Con información de Vatican News
Deje su Comentario