jueves, 21 de noviembre de 2024
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¿El psicólogo o el cura? Cada loro en su estaca y un lugar para cada cosa, sobre todo en la confesión

Escribe el P. Javier Sánchez Martínez un inteligente y necesario artículo sobre la confesión sacramental.

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Redacción (06/07/2022 10:01, Gaudium Press) Escribe el P. Javier Sánchez Martínez en Infocatolica un inteligente y necesario artículo sobre la confesión sacramental, donde recuerda la trascendentalidad de ese sacramento, y da consejos para hacerlo bien, como una acusación de forma clara y directa de los pecados mortales cometidos desde la última confesión, “sin divagaciones innecesarias ni justificaciones”. Una confesión que incluya todos esos pecados “en número, género y especie”.

Pero sobre todo, tiene como intención el sacerdote, denunciar “el uso de la Penitencia como ejercicio de terapia psicológica”, o “como sesión de coaching” con un amigo, para buscar “calmar la psique”, para tratar las “heridas emocionales”: No se busca así principalmente “el arrepentimiento, sino la resolución de conflictos; no es el sacerdote, sino el terapeuta gratis”, dice el padre.

Como síntomas de esa ‘antropologización’ de la penitencia, el sacerdote evidencia esas “‘confesiones’ muy largas”, en las que se busca “un ambiente distendido (siempre fuera del confesionario)”, confesiones en las que el penitente casi que ni reconoce sus pecados sino que se dedica a hablar de sus muchos sufrimientos, los cuáles “son siempre provocados por los demás”, etc.

Sí, algo muy parecido a una sesión de coaching o a una consulta psicológica.

TTN 150118 00026Para prevenir y curar ese mal, porque es un mal, el P. Sánchez comienza citando a Ratzinger, quien invita a los sacerdotes a una renovada “comprensión de la realidad sacramental”. “El sacramento no es la obra del ministro, sino que consiste en que este se postergue y le ceda al otro el lugar principal, para que, de este modo, sea su Iglesia”. Quien cura es Cristo a través de su esposa mística. Es claro, lo anterior no es obstáculo para buenos consejos de renovación en la vida cristiana, pero desde esa clave y con la debida austeridad.

También sugiere el P. Sánchez el respeto al ritual litúrgico, que reconduce al sacramento a su esencia y lo limpia del estilo psicoterapia. El presbítero así lo resume:

-El lugar: el confesionario o sede penitencial, no un despacho como consultorio de gabinete psicológico.

-Los actos del penitente: examen de conciencia, oración personal y acto de contrición, que disponen el alma.

– La postura corporal: confesar de rodillas o al menos, la absolución.

– El empleo de las distintas fórmulas rituales: inicio, saludo de acogida, oración de contrición del penitente, absolución con imposición de manos, acción de gracias y despedida ritual.

– En todo, virtud de la prudencia: sin alargarse demasiado ni sacerdote ni penitente, claridad y concisión (sin datos escabrosos ni repeticiones), y reconduciendo la acusación hacia los pecados cometidos y ofensas hacia Dios (cf. CAT 1850): “¡contra Ti solo pequé!” (Sal 50).

Estos consejos además, redundarán en que los sacerdotes no se harten de ese ministerio, pues se cansa aquel que no hace ni es lo que está llamado a ser.

Y el renovar la conciencia sacerdotal, de que lo que tienen a su disposición es nada más ni nada menos que la apertura del camino al cielo para su grey, hará que los sacerdotes promuevan este sacramento, que en muchos ambientes ha caído en el desuso polvoriento de las cosas guardadas en el zaguán.

Por lo demás, consejos para una buena vida cristiana, hay muchos, muy buenos, y se encuentran al alcance de todos en el ciberespacio, también en las buenas homilías.

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