domingo, 24 de noviembre de 2024
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El sacerdote católico que asistió a Lady Di en la hora de la muerte

El P. Yves fue llamado a las 2 de la mañana por el gerente del Hospital. Cuando escuchó lo que decía, que Lady Diana estaba muy herida, pensó que el gerente estaba ebrio.

Padre Yves Clochard Bossuet

Redacción (28/06/2021 09:16, Gaudium Press) Existen personajes que tienen en sí un carisma especial, don también de Dios pues todo viene de él; ese algo que las hace agradables a las personas, una ‘luz interior’ por la cuál las gentes las buscan, se sienten bien en su compañía, las hace casi irresistibles sus pedidos.

Don natural, que con frecuencia convive promiscuamente con el pecado, don que por ejemplo tuvieron personas como Don Bosco, como Jacqueline Kennedy. Lady Diana Spencer fue también una de ellas.

Son muchos los que recuerdan la historia de su trágico accidente en una calle de París, huyendo de paparazzis, con un conductor que estaba bajo los efectos del alcohol. El duelo que se vivió entonces fue casi mundial y obligó a que la corona británica le realizara funerales de Estado.

El sacerdote protagonista también de esta historia

Lo que no es tan conocido, es que el ministro que la asistió en su muerte fue un sacerdote católico, el P. Yves-Marie Clochard-Bossuet. Esta es la historia, revelada por el Daily Mail y reproducida por diversos medios, entre otros ReligionenLibertad.

El Padre Yves vivía cerca del hospital Pitié-Salpêtrière de París, y se había ofrecido como capellán de guardia los fines de semana. Fue ese 31 de agosto de 1997 cuando a las 2 de la mañana suena el teléfono del sacerdote: era el gerente del hospital que le pedía al Padre la dirección de un pastor anglicano. El P. Yves simplemente le dijo que no tenía. “Lo siento”, y colgó.

Pero tres minutos después el teléfono vuelve a sonar, era otra vez el gerente: “¿Puedes venir en el lugar del sacerdote anglicano?” “– Sí, pero ¿por qué?” “– No puedo decírtelo”.

Entonces el P. Yves replicó: “Es curioso que no me lo puedas decir, porque si tengo que ver a una persona a las dos de la mañana me gustaría saber quién es“. El presbítero comenzó a pensar que el gerente estaba borracho: “Si no puedes decirme el nombre o la razón siendo las dos de la mañana es que estás bromeando”, insistió.

Y con lo que le dijo, el gerente le ‘confirmó’ su ebriedad. Lady Di había sufrido un accidente y era requerida su presencia. El sacerdote un tanto fastidiado simplemente colgó el teléfono.

Pero este nuevamente repicó: “Padre, lo siento mucho, pero es cierto lo que le dije”, declaraba ya con angustia el gerente. Le dijo que lo estaba esperando el embajador británico, y que por favor fuera de urgencia porque la situación era extremamente grave. En ese momento el P. Yves tomó clara conciencia de que todo era cierto y se dirige presuroso al hospital. Cuando llega, el movimiento exterior le confirma la veracidad de todo.

El sacerdote llegó a las 3 y 30 al departamento de cirugía. El embajador del Reino Unido lo saluda y le dice que por favor rezara, y que esperara con paciencia. A las 4 y 20 una enfermera lo conduce al primer piso, donde estaba el ministro del Interior francés Jean-Pierre Chevènement y nuevamente el embajador británico.

Finalmente este le dice: “Ahora te llevaremos a la habitación donde está Diana” y le piden que la acompañe hasta que encuentren un pastor anglicano. A las 4 y 41 am ya estaba junto al cuerpo sin vida de Diana Spencer, y con ella permaneció 10 horas.

Su impresión ante el cuerpo sin vida de Lady Di

Lady Diana SpencerFue allí donde la vi por primera vez”, recuerda el P. Yves. “Su cuerpo estaba completamente intacto, sin marcas, manchas ni maquillaje. Completamente natural. Era una mujer muy hermosa y era casi como si pudiera hablar con ella”, narra.

Él no tenía buena opinión de la princesa: “Todas estas fotos, amantes… en una mujer que es madre de un futuro rey. No se estaba portando bien”; pero al encuentro del cuerpo sin vida de ella, su animadversión se disipó.

El P. Yves pensó entonces en los hijos de la princesa, que no sabían lo que había ocurrido. Y seguía encomendado el alma de la mujer fallecida a la misericordia del Juez Eterno.

Escribe una carta

La experiencia para el P. Yves fue realmente fuerte y por eso pidió permiso a sus superiores para pasar unas semanas de oración en Medjugorje. Pero antes escribió una carta a la madre de la princesa, Frances Shand Kydd: “Tengo un primo inglés y fue él quien me dijo que la madre de Diana era una católica convertida con una fe fuerte. Me sugirió que le escribiera”, y él lo hizo.

Escribí una carta muy formal dándole todos los detalles. Quería decirle a su madre que las enfermeras que la habían cuidado habían hecho las cosas muy bien. No había nada de qué quejarse [incluso si] era una habitación de hospital y no en el Palacio de Buckingham. Y le dije que había rezado y que me había quedado hasta la llegada del príncipe Carlos”. El presbítero pensó que sus líneas serían unas de muchas y que no merecería respuesta.

“Pero solo unos días después recibí una conmovedora carta. Me dio las gracias porque fui el primero que le dio directamente información”, cuenta. Frances decía que nadie más se había comunicado con ella, y que mucho la alegraba que un sacerdote católico hubiese estado acompañando a su hija en su despedida de esta vida.

Pero Frances Shand Kydd también le hacía un pedido al padre. Le preguntó si él celebraría una misa privada en el hospital donde murió la princesa. “Era difícil tener una misa en privado sin que nadie se enterara, pero de todos modos lo logré porque solo se invitó a personas que estaban en la misma situación que ella, que habían perdido hijos en accidentes… cinco o seis hogares que habían pasado por cosas difíciles”.

Frances llegó a París tres semanas después: “La recogí en el aeropuerto Charles de Gaulle en mi pequeño Peugeot 206. La reconocí de inmediato. Se parecía mucho a su hija. Era muy alta, muy rubia y me vio acercarme a ella. Llevaba un impermeable (para ocultar su alzacuellos) porque temía que los reporteros nos vieran. Se me acercó y me abrió el abrigo para ver mi cuello y confirmar que yo era el sacerdote. Con ella, de esa manera, el hielo se rompió rápidamente”, expresa.

La misa se celebró al día siguiente. Desde entonces se forjó una amistad entre el sacerdote y la madre de Lady Di. (SCM)

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