El sínodo de la inclusión de todos, pero en secreto

Medios informan de un correo enviado a los periodistas acreditados ante la Santa Sede, que anuncian secreto pontificio para los trabajos del sínodo.

Redacción (13/09/2023, Gaudium Press) En una medida que ya está dando bastante qué hablar, informan diversos medios que se ha enviado un correo electrónico a los periodistas acreditados ante la Santa Sede, en el que se les dice que todos los trabajos del próximo sínodo de la sinodalidad (4-29 de octubre) estarán protegidos por el secreto pontificio, es decir, los padres sinodales no tendrán la libertad de comentar nada de lo que en el sínodo se trate. Quien quiera hablar con uno de los participantes, tendrá que primero dirigirse a la secretaría del sínodo.

El término secreto pontificio impone respeto, pues su violación está regulada por la Instrucción Secreta Continere que establece que son objeto de dicho secreto, entre otros, “los asuntos o las causas que el Sumo Pontífice, el cardinal presidente de un dicasterio y los legados de la Santa Sede consideren de importancia tan grave como para pedir el respeto del secreto pontificio”, y que la transgresión es siempre materia grave, merecedora de juicio por una comisión especial constituida por un cardenal que infligirá penas proporcionadas, que podrían llegar hasta la excomunión. Es decir, el cerrojo es grande, grueso, se cierra, en actitud más propia del actual pontificado si se compara con las libertades que en materias sinodales había en el anterior. En el sínodo del 2018, el secreto pontificio ya cubría “las opiniones y los votos de los participantes”, mas no los temas que habían sido abordados. 

Además, el email cuenta que los padres sinodales asistirán a un retiro previo al sínodo, del 20 de septiembre al 3 de octubre, en la Abadía di Farfa, a unos 60 kilómetros al noroeste de Roma. Ciertamente ahí será reforzada la noción de secreto sobre los trabajos sinodales.

Es decir, los periodistas solo podrán conocer lo que ocurra al interior por las informaciones oficiales aportadas por la secretaría del sínodo, salvo que esta misma secretaría autorice a un padre sinodal a ofrecer información particular.

Ya el Papa, en su regreso de Mongolia el 4 de septiembre, había dicho que “hay una cosa que nosotros debemos preservar, es la atmósfera sinodal. No se trata de una emisión de televisión en la que se habla de todo. No. Hay un momento religioso, un momento de intercambio religioso”. “En aquello que concierne el secreto, hay un departamento dirigido por Paolo Ruffini, quien está aquí y que hará los comunicados de prensa sobre los progresos del sínodo”. Es esa comisión la que “dará las noticias todos los días”.

Posteriormente, Paolo Ruffini, prefecto del Dicasterio de la Comunicación, ya en el Vaticano ofreció rueda de prensa el 8 de septiembre, en la que aseguró que “mantener la confidencialidad, la privacidad y, diría yo, el carácter sagrado de ciertos lugares para la conversación en el Espíritu, es parte integrante del deseo de hacer de estos momentos una verdadera oportunidad de escucha, discernimiento y oración enraizada en la comunión”, aunque anunció que algunos pocos momentos del sínodo serán transmitidos vía livestream, momentos que no revelarán las discusiones, como espacios son de oración o de apertura de cada uno de los cinco módulos en los que se divide el sínodo.

El temor a que se obtenga información de las discusiones es pues manifiesto, y entendible por el clima de expectativa y polémica que se ha establecido con relación a ese sínodo, del que algunos aseguran, puede comportar atentados al depósito de la fe y la moral como la ha concebido la Iglesia en su historia. Sin embargo, analistas no dejan de apuntar la contradicción entre la propaganda que se ha hecho del “espíritu sinodal”, como un caminar juntos con todos, y el secreto con el que se desarrollarán las discusiones, que tendrá en este aspecto más características de cónclave. (SCM)