Lo que ocurrió con el sufrido Obispo de Matagalpa los días 3, 4 y 5 de julio parece sacado de guión de misterio.
Redacción (12/07/2023 16:39, Gaudium Press) Lo que ocurrió con el sufrido Obispo de Matagalpa los días 3, 4 y 5 de julio, cuando fue sacado de la cárcel Modelo – que por el calor sofocante que ahí se vive muchos le dicen el Infiernillo – para luego ser reconducido ahí bajo los velos de lo oculto, tiene elementos para guiones de misterio, de esos que alimentan teorías conspirativas.
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El día martes 4 de julio, los informativos católicos del mundo entero abrían con la noticia, mezcla de alivio y pocos detalles – pero como algo confirmado –, de la liberación de Mons. Rolando Álvarez, de 56 años, y su inminente envío a Roma.
Junto con la liberación de Mons. Álvarez se hablaba también de la excarcelación de cinco sacerdotes, tres que se hallaban también en la cárcel Modelo y otros dos que estaban recluidos en dependencias del Arzobispado de Managua. Pero ni la dictadura Ortega, ni el Vaticano, ni la Iglesia en Nicaragua, que supuestamente habrían participado en la negociación, decían palabra al respecto.
La información había alcanzado los titulares a partir de voces de disidentes en el exilio, y de defensores de derechos humanos, que recogían los muchos rumores de que el prelado había sido sacado de la cárcel en las horas de la noche. Pero con el trascurso de los minutos comenzaron a surgir las dudas, y los hechos no se concretaban, no se confirmaban.
Finalmente, el miércoles 5, en declaraciones a Radio Corporación, el Cardenal Leopoldo Brenes decía que Mons. Álvarez estaba en la cárcel, e insinuaba que todo había sido “especulación” de periodistas, de medios de comunicación que no confirmaban las noticias e iban emitiendo notas sin fundamento: los periodistas “han sacado noticias sin confirmarlas y más bien crean un alboroto”.
En definitiva, y aunque no confirmado ni por la dictadura ni por la Iglesia, se constató que el Obispo sí habría sido sacado esos días de la cárcel, pero ante su negativa de aceptar el exilio y al declarar que solo aceptaría la libertad incondicional, fue llevado otra vez a su infiernillo aquí en la tierra.
Ahora, tras aquietarse un poco la polvareda, empiezan a levantarse los cuestionamientos, las dudas:
¿Por qué no se le preguntó al prelado en la propia cárcel si aceptaría x o y ofrecimiento?
Además, si lo que se le quería ofrecer era excarcelamiento con exilio, la dictadura ya sabía que en febrero había rechazado esa opción en la escalera del avión que lo llevaba a EE.UU., y que sería probable que la volviera a rechazar, como efectivamente ocurrió.
Por lo que se levanta luego, otro interrogante: ¿se excarceló al Obispo para presionar su salida, una salida que ya se sabía que no quería? ¿Habría sido presionado a ello solo por la dictadura Ortega o también por la Iglesia? El secretismo con que ha sido manejado el asunto permite formular esos cuestionamientos.
Ahora, el siempre bien informado Il Sismografo le agrega más condimento al asunto, y publica nota hablando de las cinco exigencias del Obispo de Matagalpa que al final parecieron excesivas a la dictadura, y que llevaron a fracaso la negociación entablada en torno a su liberación: – Permanecer en Nicaragua junto a su grey – Restitución de todos sus derechos ciudadanos – Liberación de todos los sacerdotes encarcelados – Descongelamiento de cuentas bancarias de la Iglesia ahora también prisioneras de la dictadura – Compromiso de verdadero respeto por la libertad religiosa en el país
La difícil situación del Cardenal Brenes
Otra de las cuestiones que cada vez más está en foco, es el posicionamiento del Cardenal Brenes, no solo con relación a la situación del Obispo de Matagalpa, sino acerca de toda la persecución de la dictadura Ortega a la Iglesia.
Es manifiesto que el purpurado no solo ha evitado cualquier confrontación directa, sino casi cualquier alusión a los muchos daños que produce la deletérea acción de la dictadura, ciertamente en la esperanza de que la diplomacia consiga, si no una solución, por lo menos un statu quo que permita una supervivencia y el ejercicio de las labores esenciales de la Iglesia.
Sin embargo, su situación se hace muy incómoda y cada vez menos comprensible, con un Obispo y varios sacerdotes encarcelados.
En ese sentido, Il Sismografo asevera que el Cardenal Brenes conocía “con mucha antelación” las negociaciones que en estos días se adelantarían con el Obispo y el Vaticano, “porque estuvo involucrado por el Vaticano desde hace tiempo en la fase preparatoria. Por eso el Cardenal no dijo la verdad cuando los periodistas le pidieron noticias sobre Mons. Álvarez”. El fracaso de las negociaciones explicaría su reacción “molesto y en modo agresivo” hacia los periodistas, cuando se le preguntó por el asunto.
Il Sismografo afirma que el representante vaticano que participó en esas negociaciones fallidas fue un “enviado digital”. Enviado digital, al que algunos definen como funcionario de la Secretaría de Estado vaticana, que entre tanto, no realizó lo que hubiera sido determinante para la salida del Obispo, que era transmitirle una orden directa del Pontífice indicándole su salida del país, como sí ocurrió en el caso de Mons. Silvio Báez, auxiliar de Managua hoy en la Florida.
En todo caso, con el regreso de Mons. Álvarez a la cárcel, el asunto no volvió al punto anterior, sino que ahora es más perjudicial para el prestigio de la dictadura, pues el Obispo está más en foco a todo nivel, y las iniciativas exigiendo su liberación, de corte privado o estatal, se multiplican y se repotenciaron.
Parecería que no pasará mucho tiempo, antes de que se esté en presencia de un nuevo capítulo de este viacrucis, del Obispo y la Iglesia en el católico país centroamericano. (SCM)
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