Tras aterrizar en el aeropuerto de Ajaccio, el Papa Francisco fue recibido por el cardenal François-Xavier Bustillo, quien le agradeció su visita, y luego atravesó una numerosa y animada multitud en su camino hacia el Palacio de Congresos.
Redacción (16/12/2024 13:49, Gaudium Press) En la mañana de este domingo 15 de diciembre, el Papa Francisco despegó a las 8:06 horas del aeropuerto romano de Fiumicino rumbo a Córcega, un poco tarde, donde aterrizó a las 8:49 am. Una visita de un total de nueve horas que llevó a Francisco a Ajacio, la Cité Impériale, capital de la isla. Entre los compromisos de la jornada destacó la presencia del Papa en el congreso sobre “La Religiosidad Popular en el Mediterráneo”.
De hecho, al concluir la conferencia sobre la Religiosidad Popular en el Mediterráneo, el Papa Francisco consideró que la piedad popular sólo puede desarrollarse plenamente en una relación sana entre religión y política. Al abrir los corazones de los fieles a la caridad, la piedad popular permite una “ciudadanía constructiva” de los cristianos, que así pueden trabajar por el bien común junto con las instituciones civiles y políticas.
Encuentro con religiosos
Durante las aproximadamente nueve horas que pasó en la isla de Córcega, el Papa Francisco se propuso compartir un momento con el clero local. Obispos de toda Francia, así como de Cerdeña y Sicilia, sacerdotes, diáconos, personas consagradas y seminaristas se reunieron en la catedral de Notre-Dame-de-l’Assomption, en el centro de Ajaccio, para encontrarse con Francisco.
Poco antes del rezo del Ángelus mariano, el Papa Francisco se reunió con ellos, invitándolos a reflexionar sobre su misión como “colaboradores en la gracia de Dios”, para mantener la coherencia interior necesaria para anunciar la Buena Nueva.
El Santo Padre comenzó agradeciéndoles: “gracias por vuestro trabajo, por vuestro compromiso diario. Gracias porque sois signo del amor misericordioso de Dios y testigos del Evangelio”. Al señalar la dificultad de transmitir la fe en el contexto europeo, con pocos recursos humanos, el Papa afirmó que esta “pobreza es una bendición”. No por sí misma, sino porque “nos enseña a considerar la misión cristiana como algo que no depende de las fuerzas humanas, sino, sobre todo, de la acción del Señor”.
Primacía de la gracia
El Santo Padre insistió en la primacía de la gracia divina, invitando a cada consagrado, cada día, al levantarse, a repetirse: “No soy yo quien está en el centro, es Dios”. Pero esto no debería eximirlos de su responsabilidad de anunciar a Cristo y de considerarse “colaboradores de la gracia de Dios”, subrayó Francisco citando a san Pablo.
Habiendo sido ordenado hace 55 años, el Papa sabe que el sacerdocio o el celibato consagrado es una ofrenda de sí mismo. Por lo tanto, “cuanto más se entrega, se dedica y trabaja un sacerdote, una monja o un religioso por el Reino de Dios, más necesario le resulta cuidar también de sí mismo”, corriendo el riesgo de descuidarse a sí mismo y a los demás.
Así, el hombre que se unió a los jesuitas a los 22 años propone una “regla de vida” muy simple, además de cualquier norma religiosa que prevea momentos de oración y trabajo. Francisco anima a cada persona que ha entregado su vida a Dios a “guardar algunos momentos de soledad; tener un hermano o hermana con quien compartir libremente lo que tenemos en el corazón; cultivar algo que nos apasione”, no para pasar el tiempo, sino para “descansar sanamente del cansancio del ministerio”.
“Debemos tener miedo de aquellas personas que están siempre activas, siempre en el centro, que, quizás por exceso de celo, nunca descansan”, advierte el obispo de Roma. Destaca también la importancia de la fraternidad entre hermanos y hermanas consagrados, para pasar, como dijo el cardenal Bustillo, “del ‘Libro de las Lamentaciones’ al ‘Libro del Cantar de los Cantares’”.
El Santo Padre concluyó su discurso deseando a todos los presentes “un ministerio rico en esperanza y alegría”, y que en los momentos de cansancio y desaliento recurran al Señor. “Él se manifestará y se dejará encontrar si os cuidáis a vosotros mismos y a los demás”.
Con información de Vatican News
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