Esos actos contrariaban el responsum de la Congregación de la Doctrina de la Fe del 15 de marzo pasado.
Redacción (11/05/2021 11:02, Gaudium Press) Un católico, que ha recibido formación tradicional, no siempre tiene la oportunidad de discutir con ese tipo de nuevos católicos como los que ayer apoyaron las muchas bendiciones de parejas homosexuales ocurridas en Alemania, en una clara profanación de alrededor de 100 templos.
Según reportan diversos medios, cerca de un centenar de sacerdotes en toda Alemania habría “bendecido” a parejas homosexuales, entre el 9 y el 10 de mayo, contrariando el reciente responsum de la Congregación de la Doctrina de la Fe, que recordaba que se pueden bendecir las personas, en vista a su conversión y práctica cristiana, pero no se puede bendecir el pecado.
Decíamos que no se tiene siempre la oportunidad de trabar polémica con estos ‘nuevos’ católicos. Pero si algún día ocurre, se encontrarán toda serie de artilugios, sofismas y razones extraídas no de la fe, para justificar su posición. La tradición bimilenar de la Iglesia, que considera los actos homosexuales como intrínsecamente malos, los tiene sin cuidado, pues es solo ahora que la Iglesia está siendo lo que debe ser y descubriendo la verdad. Y entonces se percibirá fácilmente que casi son dos mundos, el de la Iglesia de siempre y el de esa ‘nueva’ Iglesia, en la que ya no se reconoce la Iglesia de los apóstoles.
Es sabido que entre los obispos alemanes son muchos quienes apoyan a la Iglesia disidente, aunque no todos tienen la ‘valentía’ que tuvo el obispo de Essen, en cuya catedral se realizaron también ‘bendiciones’ de parejas homosexuales. Ya no es exagerado hablar de una Iglesia cismática, la alemana, con honrosas excepciones.
Pero esta mentalidad nueva tiene ramificaciones en todo el orbe, y tal vez sea esa la razón por la cual no se han anunciado las medidas disciplinarias contra los clérigos rebeldes alemanes que cabría esperar: para algunos sería como apagar el fuego con gasolina, con el riesgo de que el incendio se extienda a muchos lugares del orbe. Sin embargo, el fuego no prende en madera húmeda sino seca, y en muchos lugares la leña ya está lista y cualquier chispa enciende la hoguera.
Es esa una situación que puede ser calificada de dramática. ¿Cuál será su mañana?
Independiente de las medidas que se tomen, cumple hacer un balance de cómo se llegó hasta estos límites, y también siempre la Iglesia deberá ejercer su misión, encomendada por un Dios que es atemporal, justo y eterno, que es la preservación del depósito de la fe. Se debe buscar la unidad, pero en la verdad, no en una amalgama donde se mezclen cosas podridas con buenas, pues hasta la sal se corromperá. La fe hay que preservarla con la prédica de la verdad, la sal debe salar, porque si no sala…
¿Cómo Dios va a preservar y revigorizar a su Iglesia? Esperemos también, en este ambiente de desastre, las buenas sorpresas del Señor. Porque Dios no abandona su Iglesia.
Por Carlos Castro
Deje su Comentario