En la bendición navideña, recordó los múltiples conflictos que hay en el mundo, y pidió que nos dejemos conmover por el amor de un Dios que hizo hombre.
Redacción (26/12/2022 11:44, Gaudium Press) El Papa en su alocución con ocasión de la bendición Urbi et Orbi, a la urbe romana y al mundo –que es la bendición más solemne que imparte el Pontífice, y tiene lugar el 25 de diciembre y el domingo de Pascua– habló de una ‘carestía de paz’ que vive el mundo, recordando los múltiples conflictos que vive la humanidad.
Trató de la relación guerra-hambre, y la ejemplificó con lo ocurrido en Ucrania, que desde que inició allí la guerra, países como los que se encuentran en el Cuerno de África y Afganistán se hallan en peligro de carestía. Francisco invitó a quienes disfrutan de unos días de Navidad en paz, con sus seres queridos, a que piensen en quienes se encuentran más heridos por la vida.
El Niño Jesús viene a acompañar nuestra vida cotidiana
En medio de los sufrimientos, debemos considerar que “Jesús nace entre nosotros, es Dios-con-nosotros. Viene para acompañar nuestra vida cotidiana, para compartir todo con nosotros, alegrías y dolores, esperanzas e inquietudes. Viene como un niño indefenso. Nace en el frío, pobre entre los pobres. Necesitado de todo, llama a la puerta de nuestro corazón para encontrar calor y amparo”.
El Niño de Belén “es nuestra paz”; en la expresión de San León Magno “el Nacimiento del Señor es el Nacimiento de la paz”. Y este Niño es también “el camino de la paz”, pues con su encarnación, pasión, muerte y resurrección, abrió el paso de un mundo cerrado, oprimido por las tinieblas de la enemistad y de la guerra.
Lo que nos impide seguir al Príncipe de la Paz es análogo a lo que impidió que Herodes y su corte reconocieran y acogieran al Salvador: Apego al mundo, soberbia, hipocresía. “Estas cargas imposibilitan ir a Belén, excluyen de la gracia de la Navidad y cierran el acceso al camino de la paz. Y, en efecto, debemos constatar con dolor que, al mismo tiempo que se nos da el Príncipe de la paz, crudos vientos de guerra continúan soplando sobre la humanidad”.
Por ello para que realmente “sea la Navidad de Jesús y de la paz” debemos fijar la mirada en el rostro del Niño que nos ha nacido. “Y en ese pequeño semblante inocente reconozcamos el de los niños que en cada rincón del mundo anhelan la paz”.
Los diversos conflictos
El Papa recordó a Ucrania, y pidió que nuestra mirada contemple los rostros de los ucranianos, que viven esta Navidad en la oscuridad, a la intemperie o lejos de sus hogares, y clamó una vez más por el fin de la guerra.
“Nuestro tiempo está viviendo una grave carestía de paz también en otras regiones, en otros escenarios de esta tercera guerra mundial – expresó el Pontífice. Pensemos en Siria, todavía martirizada por un conflicto que pasó a segundo plano pero que no ha acabado; pensemos también en Tierra Santa, donde durante los meses pasados aumentaron la violencia y los conflictos, con muertos y heridos. Imploremos al Señor para que allí, en la tierra que lo vio nacer, se retome el diálogo y la búsqueda de confianza recíproca entre israelíes y palestinos”.
Francisco imploró para que el Niño Jesús sostenga a las comunidades cristianas en todo el Oriente Medio, y recordó particularmente al Líbano, para que pueda recuperarse de sus dificultades. Recordó también a la región del Sahel, donde la convivencia pacífica entre pueblos y tradiciones se ve perturbada por enfrentamientos y violencia. Pidió por una tregua en Yemen e hizo votos hacia la reconciliación en Myanmar y en Irán, para que cese todo derramamiento de sangre.
Palabras también tuvo el Papa de consideración a los migrantes y refugiados, los marginados, las personas solas, los huérfanos y los ancianos, también los prisioneros.
Belén, dijo, muestra la sencillez de Dios, que no se revela a los sabios y a los doctos, sino a los pequeños, a quienes tienen el corazón puro y abierto como los pastores. Nos pide que como ellos, vayamos también nosotros sin demora y dejémonos maravillar por el acontecimiento impensable de Dios que se hace hombre para nuestra salvación.
“Aquel que es fuente de todo bien se hace pobre y pide como limosna nuestra pobre humanidad. Dejémonos conmover por el amor de Dios y sigamos a Jesús, que se despojó de su gloria para hacernos partícipes de su plenitud. ¡Feliz Navidad a todos!”.
Con información de Vatican News
Deje su Comentario