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El Pontífice habló de una gloria de Cristo en la Cruz y de otra mundana.
Foto: Screenshot Vatican Media
Redacción (18/03/2024, Gaudium Press) En el Ángelus del V domingo de Cuaresma, rezado por el Papa en la plaza de San Pedro, el Pontífice trató sobre la “gloria”, particularmente la gloria de Cristo.
“La gloria, para Dios, no corresponde al éxito humano, a la fama o a la popularidad: no tiene nada de autorreferencial, no es una manifestación grandiosa de potencia a la que siguen los aplausos del público. Para Dios la gloria es amar hasta dar la vida”, dijo Francisco.
Afirmó igualmente que “glorificarse” es “entregarse”, “hacerse accesible” y “ofrecer amor”, lo que con Cristo sucedió de manera culminante en la Cruz –“Cátedra de Dios”–, pues allí “desplegó al máximo el amor de Dios, revelando plenamente su rostro de misericordia, entregándonos la vida y perdonando a quienes lo crucificaron”.
Esta gloria verdadera no se desvanece y hace feliz al hombre, una gloria que “está hecha de entrega y de perdón”, que constituyen “la esencia de la gloria de Dios. Y son para nosotros el camino de la vida”.
A esta gloria se contrapone la ‘gloria mundana’, que “pasa y no deja alegría en el corazón; ni siquiera lleva al bien de todos, sino a la división, a la discordia, a la envidia”.
Al final de la alocución, Francisco planteó una pregunta para ser meditada en el silencio: “¿Cuál es la gloria que deseo para mí, para mi vida, la que sueño para mi futuro? ¿La de impresionar a los demás por mi maestría, por mis capacidades o por las cosas que poseo? ¿O la vía de la entrega y del perdón, la de Jesús Crucificado, la vía de quien no se cansa de amar, convencido de que eso da testimonio de Dios en el mundo y hace resplandecer la belleza de la vida?”.
Con información de Vatican News.
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