Dijo el Papa que la fuente de ese poder curativo es la unión con Dios.
Ciudad del Vaticano (08/02/2021 09:31, Gaudium Press) Francisco rezó ayer el Ángelus, desde el Balcón del Palacio Apostólico de la Plaza de San Pedro y meditó alrededor del evangelio del día, que cuenta la curación de la suegra de Pedro.
“La mujer se encontraba en la cama con fiebre – dijo el Papa; la actitud y el gesto de Jesús con ella son emblemáticos: ‘Se acercó y, tomándola de la mano, la levantó’, señala el Evangelista. Hay mucha dulzura en este sencillo acto, que parece casi natural: ‘La fiebre la dejó y ella se puso a servirles’ ”.
Un poder sanador al que nadie puede resistirse
“El poder sanador de Jesús no encuentra ninguna resistencia; y la persona sanada retoma su vida normal, pensando enseguida en los otros y no en sí misma – y esto es significativo, ¡es signo de verdadera salud!”. Y agrega Francisco: “Ese día era un sábado. La gente del pueblo esperaba el anochecer y después, terminada la obligación del descanso, sale y lleva donde Jesús a todos los enfermos y los endemoniados”.
Jesús muestra su predilección por aquellos que sufren, sea en el alma o en el cuerpo: “Es la predilección del Padre, que Él encarna y manifiesta con obras y palabras”.les ha enviado, les ha dado también a ellos el poder de sanar a los enfermos y de expulsar demonios (cfr Mt 10,1; Mc 6,7)”.
Jesús quiere involucrar a los Apóstoles en su misión curativa, “les ha enviado, les ha dado también a ellos el poder de sanar a los enfermos y de expulsar demonios (cfr Mt 10,1; Mc 6,7)”. Y esa misión se perpetúa en la Iglesia.
Recordó el Papa que el próximo 11 de febrero, día de la Virgen de Lourdes, también se conmemora la Jornada Mundial del Enfermo, “instituida por San Juan Pablo II, quien ha donado a la Iglesia también la Carta Apostólica Salvifici doloris, sobre el sentido cristiano del sufrimiento humano (11 de febrero 1984)”, una Carta que es muy actual en estos tiempos de pandemia.
Una caridad y compasión que se nutren de la unión con Dios
Francisco invitó a imitar al Señor en “la cercanía, la ternura, la compasión”.
“El Evangelio de hoy nos recuerda también que esta compasión tiene sus raíces en la íntima relación con el Padre: antes del alba y después del anochecer, Jesús se apartaba y permanecía solo para rezar (v. 35). De allí sacaba la fuerza para cumplir su ministerio, predicando y sanando”.
“Que la Virgen Santa nos ayude a dejarnos sanar por Jesús – siempre lo necesitamos, todos – para poder ser a su vez testigos de la ternura sanadora de Dios”.
Con información de Vatican News
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