El Regente de la Penitenciaría Apostólica subraya que la confesión es parte indispensable de una peregrinación entendida como experiencia de conversión. En la confesión “reconocemos nuestros pecados y los presentamos a Dios pidiéndole perdón”.
Redacción (01/01/2025 08:49, Gaudium Press) En una entrevista concedida a Radio Vaticano (Vatican News), Mons. Krzysztof Józef Nykiel, regente de la Penitenciaría Apostólica, hizo algunas reflexiones sobre el tiempo de renovación espiritual, de conversión y de reconciliación que se ofrece por Jubileo 2025. Señala que las Puertas Santas abiertas consecutivamente durante estos días son símbolo de la puerta de salvación abierta por Cristo.
Mons. Nykiel explicó que “la indulgencia es la manifestación concreta de la misericordia de Dios, que trasciende los límites de la justicia humana y los transforma. Nos convencemos de su importancia al observar la vida de los santos. Mirando estos ejemplos y viviendo en comunión con ellos, la esperanza del perdón para el propio camino hacia la santidad se fortalece y se convierte en certeza. La indulgencia permite liberar el corazón del peso del pecado, para que pueda hacerse la debida reparación con total libertad”.
La indulgencia plenaria
También recordó que “para obtener la indulgencia plenaria durante el Jubileo de 2025, los fieles deben cumplir algunas condiciones específicas, establecidas por la Iglesia: confesión sacramental, comunión eucarística, profesión de fe, oración según las intenciones del Papa, una o más obras de caridad, peregrinación a los lugares santos, desprendimiento interior del pecado, incluso del pecado venial”.
La peregrinación
Mons. Nykiel señaló que un elemento fundamental de cada año jubilar es la peregrinación. “La peregrinación, en efecto, recuerda el camino personal del creyente tras las huellas del Redentor y expresa el sentido de nuestra existencia humana. […] Peregrinar, partir, no significa simplemente cambiar de lugar físico, sino transformarse”.
La confesión
El Regente de la Penitenciaría Apostólica subrayó también que un punto esencial de la peregrinación, entendida como experiencia de conversión, es la confesión. En ella “reconocemos nuestros pecados y los presentamos al Señor pidiéndole perdón”. Mons. Nykiel nos recuerda que “el sacerdote es un ministro, es decir, un servidor y, al mismo tiempo, un administrador prudente de la misericordia divina. A él se le confía la gravísima responsabilidad de ‘remitir[perdonar] o retener los pecados’ (cf. Jn 20,23)”.
Cruzar una Puerta Santa “evoca el paso del pecado a la gracia, que todo cristiano está llamado a realizar. Sólo hay un acceso que abre la puerta a la vida de comunión con Dios: ese acceso es Jesús, único y absoluto camino de salvación”.
Con información de Vatican News
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