Esta es la historia de Megan Kreft, joven profesional recién graduada de la Universidad de Salud y Ciencia de Oregon, y que tenía el pequeño inconveniente de ser… católica.
Portland (10/09/2020 15:16, Gaudium Press) Esta es la historia de Megan Kreft, joven profesional recién graduada de la Universidad de Salud y Ciencia de Oregon.
Es claro que ella esperaba encontrar en su escuela de medicina procedimientos como contracepción, esterilización, servicios específicos para transexuales, y tuvo que excusarse de ellos, pues era católica.
Un día qeu creyó feliz se encontró con un puesto de asistente médico en el Providence Medical Group, el hospital católico local en Sherwood, Oregon, que hace parte del sistema de salud Providence-San José, difundido en todo el país.
El hospital le hace firmar un compromiso de seguir una orientación católica
Ingresada, allí tuvo otra buena sorpresa: Se le pidió que firmara un documento en el que se comprometía a ajustarse a la identidad y la misión católica de la institución, y a las Directrices Éticas y Religiosas de los obispos de los Estados Unidos para los Servicios Católicos de Atención de la Salud, las cuales ofrecen una orientación católica autorizada sobre problemas bioéticos.
Comienza a trabajar, entusiasmada, pero un día uno de los administradores de la clínica se le acerca y le pregunta qué servicios estaría dispuesta a realizar como asistente médico. El directivo proporciona una lista, que al lado de procedimientos benévolos incluye también otros como vasectomías, inserciones de dispositivos intrauterinos, y la llamada “anti-concepción de emergencia”. La identidad católica del hospital no lo era tanto, pues la clínica ofrecía ampliamente ese tipo de procedimientos.
Otro día un médico le pidió que remitiera un paciente para un aborto. Ella fue hasta la administración y les dijo que no planeaba participar, ni tampoco referir ese tipo de ‘servicios’.
Se la vigila
La doctora Kreft comenzó a sentir que se le vigilaba.
Otra vez fue el gerente de la clínica, quien le dijo que los resultados de satisfacción de los pacientes de la clínica bajarían si ella no prescribía contracepción. En determinado momento la clínica prohibió que ella atendiera a cualquier mujer en edad fértil, por este motivo.
Antes de que le retiraran estas pacientes, atendió a una mujer por temas relativos a planificación familiar, que finalmente le pidió contracepción de emergencia; y aunque la médico la escuchó con caridad no le recetó lo que pedía, basándose en las propias políticas del hospital en la materia.
Pocas semanas después, el director médico regional convocó a Kreft a una reunión, donde le dijo que sus acciones habían traumatizado a la paciente, y le habían hecho daño, rompiendo así el juramento hipocrático. El trauma era ocasionado por la médico, no por la situación en la que la paciente se encontraba. La situación con el hospital ‘católico’ se iba tornando más tensa.
Se le ocurrió en otra ocasión pedir autorización al hospital para hacer un curso de Planificación Familiar Natural, como parte de su formación continuada. Pero esto no fue autorizado, pues “no era relevante” para su trabajo. Por lo demás en ese hospital ‘católico’ nadie estaba entrenado en estos métodos.
Finalmente, la dirección de la clínica y Recursos Humanos le informaron a Kreft que tenía que firmar un documento de expectativa de desempeño, declarando que si un paciente solicitaba un servicio que ella misma no proporcionaba, Kreft estaría obligada a referir al paciente a otro proveedor de cuidados de salud de Providence. Es decir, obligación a una cooperación directa con el mal, algo que no puede hacer un católico. Esto implicaba que Kreft debía remitir a otros médicos servicios como ligadura de trompas, abortos.
Se la conmina; se la despide
En octubre del año pasado cae finalmente la sentencia: se le dio un preaviso de 90 días de despido por no haber firmado el tal formulario.
Después de una mediación facilitada por la Sociedad Thomas More, una firma católica, Kreft se comprometió a no demandar al hospital, pero fue despedida a principios de 2020. No demandó para poder contar su historia de forma libre, algo que hubiese sido impedido por el litigio.
Ahora ella busca involucrarse con My Catholic Doctor, una plataforma nacional de telesalud que enseña métodos de planificación natural y proporciona servicios de atención primaria, con el deseo de un día volver a la práctica clínica en un hospital de ladrillo y concreto.
Mientras tanto, está tratando de ser una defensora de otros que pueden estar en una situación similar a la suya, y espera animar a los hospitales católicos a optar por la reforma, y proporcionar “la atención sanitaria de defensa de la vida para la que fueron fundados”.
Con información de CNA
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