sábado, 23 de noviembre de 2024
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En el sur de Francia, los monjes benedictinos que salvaron de la quiebra a los viticultores locales

Via Caritatis es hoy una marca de renombre en el mundo de los sabedores de vinos.

Abadia

París (08/03/2021 18:10, Gaudium Press) Ocurrió en el sur de Francia, en 1309, cuando Clemente V Papa, el que llevó el Pontificado a Avignon, plantó el primer viñedo papal en Francia.

El Papa Clemente se refugiaba para descansar en el monasterio benedictino de Groseau au Malaucène, al pie del Monte Ventoux, en el sureste de Francia. El vino ahí producido sirvió la mesa de varios papas, quienes mucho lo apreciaban.

Pero finalmente los benedictinos partieron, aunque por los tiempos de la 1ra. Guerra Mundial los viticultores de Malaucène quisieron producir productos de excelente calidad, obteniendo en 1973 el estatus de Designación de Origen Protegido, o como se dice en francés, Apellation de origine contrôlée, AOC Ventoux, lo que certificaba la calidad de los vinos que se producían en la zona.

Fue por esos días que los monjes regresaron a la región, cuando Mons. Gérard Calvet estableció la Abadía de Santa Magdalena del Barroux. Luego llegaron las hermanas de la adyacente Abadía de Nuestra Señora de la Anunciación, en 1986, momento en que se retomó la producción de vino por parte de los monjes.

Hay una crisis; se vislumbra una oportunidad

Pero ocurrió que la Designación AOC Ventoux venía perdiendo prestigio, aunque en realidad, “la agricultura de montaña, hecha de pequeñas y anidadas parcelas, no podía ser mecanizada, lo que forzaba a realizar de una manera muy dura un trabajo de precisión que no rendía frutos económicos”, expresa Gabriel Tgeissier, director de desarrollo en Via Caritatis, que es la marca de los vinos bien posicionada hoy por los monjes benedictinos como se verá. Muchos viñadores comenzaron a partir.

Sin embargo, los monjes de la Abadía del Barroux percibieron que, reuniendo las condiciones necesarias, la zona era inmejorable para producir excelentes vinos: estaba al mismo tiempo el clima mediterráneo del sur de Francia, la frescura de la montaña y diferentes tipos de suelos que se complementan entre sí

Entonces en el 2015 los monjes les dijeron a los vecinos viticultores que debían unir fuerzas para recuperar el prestigio.

“Se me ocurrió la idea de hacer nuestros vinos por separado y luego mezclarlos con los viticultores para que pudiéramos involucrarlos en nuestro trabajo monástico y que se reconociera su experiencia, como es correcto y apropiado”, dijo el monje benedictino encargado de la producción de los vinos. Se creaba así un ‘laboratorio’ que servia también a todos para adoptar nuevas técnicas, más ajustadas a sus viñedos específicos.

Nacía así la marca Via Caritatis, que unía el concepto Viña del Papa, Vino de Monjes, y Vino de Viñadores.

Contaron con la ayuda invaluable de un renombrado enólogo, Philippe Cambie, a quien “le conmovió el núcleo de nuestro proyecto y aceptó ayudarnos en el proceso de mezclas, en la construcción de gamas de vino a nivel enológico, e identificó perfectamente la peculiaridad de nuestro vino y terruño”, prosigue el monje.

Hoy por hoy, la gama completa de Via Caritatis consta de nueve botellas de vinos tintos, blancos y rosados, divididos en tres gamas diferentes cuyos nombres recuerdan la liturgia benedictina: Vox (los vinos de nivel de entrada), Pax y Lux (su gama principal). “Nuestro tinto Lux es el equivalente de un gran Châteauneuf-du-Pape pero más digerible y fresco, mientras que nuestro rosado Lux recientemente empató en el segundo lugar en la clasificación internacional Revue Vinicole, después del legendario Château Sainte Marguerite”, dice el monje.

En el top de los las tres gamas comercializadas, están los Vinos Abadías, elaborados exclusivamente por los monjes y las monjas del Barroux, que son sus productos de lujo por excelencia. Sin embargo, los clientes solo pueden obtener algunos comprando la caja de madera Via Caritatis con otras cuatro botellas elaboradas en colaboración con viticultores locales.

Los viticultores están muy agradecidos con los monjes, y todos… con Dios.

Con información de National Catholic Register

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