“Francisco parece orientado a implementar, alinear, controlar, nivelar”, dice. Visión eclesiológica en contradicción con la Lumen Gentium, prejuicio latinoamericano anti-romano, control contrario al carácter episcopal, el Cardenal no se guarda nada.
Redacción (02/02/2023 11:16, Gaudium Press) Harto crítico se muestra el Prefecto emérito Muller en su libro In buona Fede con la hace poco decretada Constitución Praedicate Evangelium, “sobre la Curia Romana y su servicio a la Iglesia en el mundo”.
Con relación a quienes elaboraron ese estructural documento constitucional, el purpurado hace críticas análogas a las proferidas contra lo que él llamó el “círculo mágico” que rodea al Papa, “personas que, en mi opinión, no están preparadas desde el punto de vista teológico”.
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“Pienso que entre los colaboradores que han cooperado con el Papa Francisco en este largo recorrido de elaboración [de la Praedicate Evangelium] hubiese ahí una escasa presencia de teólogos. A mí me parece [ese] el punto más crítico”, afirma el Cardenal alemán. ¿Por qué?
Falla en la visión eclesiológica, según la estableció la Lumen Gentium
¿Donde se evidenciaría esa falta de sostén teológico en esta constitución que reformó la Curia vaticana? En la mente del purpurado, tal documento es “carente de una coherente visión eclesiológica”.
“La cosa que salta pronto a los ojos, leyéndola, es que la curia romana se ha reducido a una corporation que obra para dar asistencia a los ‘clientes’, [que son] las conferencias episcopales, así como si fuese una multinacional y no más un órgano eclesial. Tanto históricamente cuanto simbólicamente la curia debería tener como columna maestra el Colegio de Cardenales, un órgano clave que representa la Iglesia romana en su conjunto y de ella retiene el primado, al lado del Papa”, o incluso solo, cuando la sede está vacante.
Para Muller ya el mismo “título del texto constitucional me parece extraviado: Praedicate Evangelium, Predicar el Evangelio, no es [esa] una prerrogativa de la curia, es una tarea de cada fiel. Quien la ha elaborado tal vez habrá pensado que la actividad de evangelización fuese más importante que la fe en sí. Naturalmente no es así, la evangelización es muy relevante en el mundo, importantísima, pero no era necesaria una distorsión de este género”, pues “el anuncio del Evangelio para la conversión de los no cristianos no inicia con la curia o la Iglesia romana. Es más bien al contrario, una tarea ordinaria de todas las Iglesias locales, mientras que al Pontífice corresponde unir los fieles en la fe en Jesús (y no me parece una tarea prescindible. Más bien al contrario). La tutela de la fe es el fundamento de todo”.
Para apoyar esta tesis, Muller cita la constitución Lumen Gentium del Vaticano II, que en el “número 23, a tal propósito esclarece: ‘La unión colegial se manifiesta también en las mutuas relaciones de cada Obispo con las Iglesias particulares y con la Iglesia universal. El Romano Pontífice, como sucesor de Pedro, es el principio y fundamento perpetuo y visible de unidad así de los Obispos como de la multitud de los fieles. Por su parte, los Obispos son, individualmente, el principio y fundamento visible de unidad en sus Iglesias particulares, formadas a imagen de la Iglesia universal, en las cuales y a base de las cuales se constituye la Iglesia católica, una y única’ ”.
Hay pues, según el Cardenal, en la Constitución Praedicate Evangelium, un cambio de perspectiva implícito de la curia romana, que ya no debe tanto custodiar la fe sino evangelizar, lo que es un error, pues el Papa es sobre todo el eje de la unidad católica, unidad que se da en torno a una sola y misma fe que debe ser por él custodiada. “La idea llevada adelante y realizada por el Papa [en Praedicate Evangelium], en cambio, suena lo opuesto” a lo indicado en Lumen Gentium.
Un “defecto de fábrica” prejuicioso, en la construcción de Praedicate Evangelium
Vuelve el ex-prefecto Muller a levantar el tema del “prejuicio latinoamericano”, pero esta vez con relación a este documento sobre la Curia romana: “La constitución Praedicate Evangelium nace con un defecto de fábrica, un prejuicio inicial que se abrió el paso durante el cónclave que ha elegido al Papa Francisco: me refiero al sentimiento anti-romano y a la prevención con relación a Roma”.
“Desde el inicio los cardenales latinoamericanos han insistido sobre este aspecto, y han proyectado de construir una Iglesia a su imagen, por ciertos lados incluso un poco ‘partisana’, basada sobre su visión del mundo. Se teoriza la reforma de la curia sin tener en cuenta el rol histórico y simbólico de la curia. El concepto de la Iglesia establecido en la Lumen Gentium gira en torno a la unitas ecclesiarum [unidad de la Iglesia], mientras que ahora se está realizando una forma de descentralización inspirada en dinámicas administrativas y políticas que otorgan más poder a las conferencias episcopales”.
¿Error en la concepción de la misión y el carácter del obispo?
Esta concepción de dinámicas políticas subyacería en una visión que considera a los obispos como meros delegatarios del Pontífice romano, cuando la realidad es que “incluso el Papa no puede conferir poder al obispo visto que, en el momento de la consagración, lo reciben directamente del Espíritu Santo. Los obispos están unidos al Papa y cada uno actúa con el propio poder recibido vía el sacramento. Esto indica que desde el punto de vista teológico un Papa no es el propietario de la Iglesia, o el administrador delegado o el mayor accionista. Toda la potestad de la Iglesia desciende del Espíritu Santo por el aspecto sacramental. Cuanto a los obispos, es obvio que no son como los nuncios apostólicos –embajadores de la Santa Sede– que en cambio dependen del Papa. Es por esto que el Papa no puede destituir o echar a un obispo solo porque no es más de su gusto. Algo que ha ocurrido incluso en Italia: Sé de un obispo que ha sido despedido solo porque había manifestado desacuerdo con algunas medidas anti-Covid sancionadas por el gobierno italiano”, expresa el Cardenal.
Es claro que “Un Papa naturalmente puede despedir a un obispo si este actúa contra la fe católica o si destruye la unidad de la Iglesia, [pero] cierto que no si cultiva una opinión diversa acerca de otras materias. Los obispos no son obligados a la obediencia total como se debe a un dictador. Existe el respeto de la obediencia pero sobre temas ligados a la fe. (…) También en esto a mi parecer se siente la ausencia de una sólida teología a la base” de la construcción de Praedicate Evangelium.
Pocas esperanzas, a no ser que se reformule, o se desarrolle teológicamente
El Cardenal Muller no espera mucho de la aplicación de la Constitución Praedicate Evangelium. “Todo dependerá si se podrá reformular en el futuro este texto, y tal vez desarrollarlo mejor en sentido teológico”.
Para Muller, se quiso más bien en la reforma de la Curia aplicar criterios civiles que religiosos. El texto emitido “transparece el intento de proveer a la curia el sello típico de una organización civil, en donde se intuye un fuerte control sobre cada aspecto, una vigilancia disciplinar de fondo para evitar los abusos de poder, la corrupción, etc”.
“Un laico o un sacerdote que entran a la curia a trabajar deberían poseer una mentalidad conforme, orientada a servir a la Iglesia, prescindiendo de las normas en vigor. Deberían ser cristianos de probada fe, a todo nivel. En esta nueva óptica, en cambio, el aspecto de la espiritualidad viene menos, no es más importante, y crecen las posiciones de control externo, las auditorías”.
Dice el Cardenal que la optimización de la curia la hace sobre todo “la nominación de buenos sacerdotes, obispos, cardenales”, como por ejemplo “[San Roberto] Bellarmino, [San Carlos] Borromeo, pero también San Felipe Neri, un párroco legendario, practiamente el segundo apóstol de Roma. Se considera que no habrían sido suficientes los decretos conciliares [del concilio de Trento] si después no fuesen soportados en personas de elevada catadura intelectual, humana y moral en grado de aplicar la norma.”
Poca discusión a nivel de cardenales
Sus críticas al texto de Praedicate Evangelium las hace desde “la buena voluntad de trabajar por la Iglesia”, y no buscan algo que a muchos se les hace fácil, de que se lo incluya “dentro de los enemigos del Papa”. Afirma que este es un texto que hubiera merecido la discusión en consistorio de cardenales, pero durante mucho tiempo no hubo este tipo de consistorios, y cuando “el consistorio [fue] convocado a finales de agosto de 2022 (…) el texto era ya despachado y aprobado”. “Pienso que ahora no tiene más ningún sentido discutir en estas condiciones. Francisco parece orientado a implementar, alinear, controlar, nivelar. Me gustaría levantar un debate sobre la concepción teológica y eclesiológica del texto pero… a este punto es inútil”.
(En la próxima entrega, opiniones del Cardenal Muller sobre el sínodo de la sinodalidad, el tema de los abusos en la Iglesia) (Gaudium Press / Saúl Castiblanco)
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