En la isla de Flores, se forman seminaristas para comunidades católicas del mundo entero.

Foto: Seminario Mayor San Pablo, Flores, Indonesia.
Redacción (01/12/2025 13:50, Gaudium Press) A casi 800 kilómetros de Bali queda la isla de Flores, un centro vocacional donde se forman seminaristas para ser sacerdotes no solo en Indonesia, sino también para comunidades católicas en todo el mundo.
El catolicismo llegó allí en el siglo XVI, cuando comerciantes portugueses de especias llevaron misioneros a la isla montañosa y accidentada. Actualmente, la fe está profundamente enraizada y más del 80% de los 2 millones de habitantes de la isla son católicos.
Flores abriga varios seminarios, la mayoría concentrada en torno a Maumere, en la costa norte de la isla. Congregaciones religiosas como la Sociedad del Verbo Divino (SVD), los Padres Somascos, los Rogacionistas, los Vocacionistas y los Carmelitas, tienen allí seminarios, creando una densa red de formación vocacional que raramente se encuentra en otros lugares de Asia.
El Arzobispo de Ende, Indonesia, Mons. Paulus Budi Kleden, SVD, natural de Flores, recalcó la importancia de la isla, no solo para la Iglesia indonesia, sino también para diócesis y congregaciones religiosas en todo el mundo.
“Muchos de los exalumnos de estos seminarios están trabajando fuera del país”, dijo, destacando la contribución de la isla para el clero global. Un próspero sistema de seminarios menores también alimenta ese flujo, que actualmente cuenta con 650 alumnos matriculados en la enseñanza primaria y secundaria.
“Después de que los alumnos concluyen sus estudios, ellos pueden optar por diócesis o diferentes congregaciones”, dijo Mons. Kleden. “No limitamos sus elecciones”.
Una institución notable en Flores es el Seminario Mayor San Pablo, situado en lo alto de la colina de Ledalero y fundado en 1937 por los misioneros del Verbo Divino. Comenzó con novicios de la SVD, pero poco después acogió a jóvenes locales llamados al sacerdocio, así como a estudiantes de otras órdenes religiosas. El seminario ya formó a casi 1.500 padres misiones de la SVD, con cerca de 500 sirviendo en más de 70 países de todo el mundo.
Según el Padre Sefrianus Juhani, SVD, profesor del Seminario Mayor San Pablo, las vocaciones religiosas continúan “bastante dinámicas”. Él dijo que el número anual de admisiones después del noviciado casi nunca baja de 50, lo cual ve como una prueba de que el espíritu vocacional aún está muy vivo en Indonesia, a pesar de los desafíos culturales y sociales.
Sin embargo, la cantidad nunca es la prioridad del seminario. El sacerdote recalcó que la formación en Ledalero tiene en vista formar hombres emocionalmente maduros, disciplinados y espiritualmente fundamentados – padres honestos y apasionados, listos para servir, no para buscar fama o estatus social. El camino es largo y exigente, admitió, “pero el objetivo nunca cambia”.
El Padre Juhani apunta al mundo digital como un gran desafío para los seminaristas. “Nuestros seminaristas viven en un ambiente de información acelerado”, dijo. “Muchas veces, ese ambiente propaga desinformación, noticias falsas y una mentalidad miope”. Él cree que tales influencias hacen difícil a los jóvenes cultivar el silencio y la reflexión, esenciales para el crecimiento espiritual.
Para proteger ese espacio interior, el seminario impone límites rígidos al uso de aparatos electrónicos, con Wi-Fi disponible apenas durante ciertos horarios, una política creada para enseñar la autorregulación y el enfoque espiritual. “Algunos tratan de burlar las reglas”, admitió el Padre Juhani, “pero vemos eso como parte de la formación del carácter y de su responsabilidad personal”.
Las finanzas representan otro desafío. Con más de 320 seminaristas, los recursos son frecuentemente escasos. Los padres y hermanos contribuyen con todo lo que ganan, desde la enseñanza hasta pequeños proyectos agrícolas, mientras las familias apoyan el seminario de la manera que pueden.
Los seminaristas proceden de una amplia variedad de orígenes familiares. “Algunos vienen de familias abastadas, otros de familias humildes”, dijo Juhani. Algunos crecieron como hijos únicos, otros entre muchos hermanos.
Esa diversidad, dijo, enriquece activamente la formación sacerdotal. Vivir y estudiar juntos enseña a los seminaristas a construir una “hermandad cultural, interlinguística e interpersonal”, una solidaridad que se vuelve central para su identidad sacerdotal.
La formación no se limita a los salones de clase. Cuando el Monte Lewotobi entró en erupción y julio y nuevamente en octubre, los alumnos de Ledalero estuvieron en el lugar, ayudando en los esfuerzos de evacuación y socorro. “Ledalero no es apenas un lugar para aprender Teología, sino una escuela de vida”, dijo el Padre Juhani.
Con información de Acidigital. Traducción de Gaudium Press.





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