“Pienso con alegría en la Iglesia local y en el pueblo mongol: un pueblo noble y sabio, que me ha demostrado tanta cordialidad y afecto”, dijo.
Redacción (, Gaudium Press) En la audiencia general de hoy, en la Plaza de San Pedro, el Papa Francisco recordó sus principales hitos en el reciente viaje apostólico realizado a Mongolia.
“Pienso con alegría en la Iglesia local y en el pueblo mongol: un pueblo noble y sabio, que me ha demostrado tanta cordialidad y afecto”.
“Tuve la gracia de encontrarme en Mongolia con una Iglesia humilde, pero gozosa, que está en el corazón de Dios, y puedo dar testimonio de su alegría al estar también unos días en el centro de la Iglesia”, afirmó.
Explicó el Pontífice que la universalidad de la Iglesia, que se hace presente también en Mongolia, no es una universalidad que iguala a todos, sino que está inculturada, encarnada, captando “el bien allí donde vive y sirviendo a las personas con las que vive”. También señaló que su signo de identidad es “el servicio del Señor y de los hermanos”. La Iglesia en Mongolia – subrayó el Papa – nació “en el surco de la caridad, que es el mejor testimonio de la fe”. Y recordó que durante su visita pudo bendecir e inaugurar la obra caritativa “Casa de Misericordia”.
Esta Casa, “que es la tarjeta de visita de esos cristianos, pero que también llama a cada una de nuestras comunidades a ser una casa de la misericordia, es decir, un lugar abierto, acogedor, donde las miserias de cada uno puedan entrar sin vergüenza en contacto con la misericordia de Dios que levanta y cura. He aquí el testimonio de la Iglesia mongola, con misioneros de diversos países que se sienten uno con el pueblo, felices de servirlo y de descubrir la belleza que ya está allí”.
“Pensando en las extensiones vastas y silenciosas de Mongolia, dejémonos estimular por la necesidad de ensanchar los límites de nuestra mirada. Por favor: ensanchar los límites, mirar a lo ancho y a lo alto, mirar y no caer prisioneros de la pequeñez, ensanchar los límites de nuestra mirada, para que pueda ver el bien que hay en los demás y pueda ensanchar sus propios horizontes y ensanchar también su propio corazón, crecer, ensanchar su corazón para comprender, para estar cerca de cada persona y de cada civilización”, señaló el Pontífice.
Con información de Vatican News.
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