martes, 02 de diciembre de 2025
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En la visita del Papa a tumba de San Charbel, el mundo recordó al santo de los mil y mil milagros

La devoción a San Charbel Makluf crece en el mundo, impulsada por los numerosos milagros atribuidos a su intercesión.

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Foto: @Vatican Media

Redacción (02/12/2025 11:26, Gaudium Press) En los últimos años, la devoción a San Charbel Makhlouf se ha extendido con fuerza en todo el mundo, favorecida por la abundancia de milagros atribuidos a su intercesión. Nacido en 1828 y fallecido en 1898, este monje maronita llevó una vida de penitencia y silencio, consagrada enteramente a la oración. Fue ordenado sacerdote en 1859 y pasó dieciséis años en el monasterio de Annaya antes de retirarse a una ermita, donde vivió en total aislamiento hasta su muerte, ocurrida una Nochebuena durante la consagración eucarística.

Cuerpo incorrupto, y fuente de milagros

Cuando se abrió su tumba para la beatificación, el cuerpo fue hallado incorrupto, y desde entonces los prodigios se multiplicaron. Canonizado por Pablo VI en 1977, San Charbel se ha convertido en uno de los santos más venerados no solo por los maronitas, sino por fieles de todo el mundo.

En el monasterio de Annaya, los monjes conservan más de 30.000 milagros documentados, aunque, como comenta el obispo Gregory Mansour, eparca de San Marón en Brooklyn, “eso es solo una gota en el océano. Hay mucho más que eso. No las documento, porque no me dedicaría a otra cosa. Simplemente digo: ‘Gracias, Señor; gracias, Charbel’. Y sigo”.

Un herrero recupera la vista

El milagro de su beatificación fue la curación del herrero Eskandar Obeid, quien recuperó milagrosamente la vista tras dos apariciones del santo en sueños. También es célebre la fotografía tomada en 1950 por monjes maronitas de Scranton (Pensilvania), en la que apareció la figura de un monje barbudo que nadie recordaba haber visto. Al mostrar la imagen en el monasterio, los religiosos más ancianos identificaron al misterioso rostro como el del propio San Charbel.

Favores obtenidos por San Charbel que crecen y crecen

Los favores obtenidos por su intercesión se siguen multiplicando. En 2016, la doctora Anne Borik, directora del Centro de Vida Espiritual San Charbel en Pittsburgh, fue testigo de la curación de Dafne Gutiérrez, una madre de cinco hijos declarada ciega en 2014. Tras orar ante las reliquias del santo y ser ungida con el aceite bendito, recuperó por completo la visión. “La llevé a otros tres neurooftalmólogos y no me dieron ninguna explicación”, explicó la doctora Borik.

Otro milagro muy conocido es el de Nohad El Shami, madre de doce hijos que quedó paralizada por un derrame cerebral en 1993. Después de pedir la intercesión del santo, recobró la movilidad y, según su testimonio, San Charbel le pidió en sueños regresar cada 22 de mes al monasterio para una misa de acción de gracias. Desde entonces, esa fecha se ha convertido en un día de oración en honor al santo.

La devoción a San Charbel también ha atraído a muchos musulmanes, especialmente en Medio Oriente, a través de sueños y conversiones. El eparca Elias Zaidan, de la diócesis maronita de Nuestra Señora del Líbano en Los Ángeles, asegura: “No se trata solo del Líbano, ni solo de los cristianos, también de los musulmanes. Creo que San Charbel nos llama a encontrarnos con Dios a través de la oración. Ese es su mensaje, creer y vivir esa fe en profunda oración con el Señor”.

RELLENO

El Papa León XIV reza sobre la tumba del santo libanés

El crecimiento de esta devoción un punto auge con la visita del Papa León XIV al monasterio de San Marón en Annaya, uno de los actos más esperados de su viaje apostólico al Líbano.

“Hoy queremos confiar a la intercesión de San Charbel las necesidades de la Iglesia, del Líbano y del mundo. Para la Iglesia pedimos comunión, unidad. Y para el mundo pedimos paz”, expresó el Pontífice ante la tumba del santo, cubierta por una pared de vidrio e iluminada con una tenue luz. Allí reposan los restos del monje considerado patrón del Líbano, a quien se le atribuyen miles de milagros de curación, muchos de ellos a través del aceite que, según la tradición, comenzó a brotar de su cuerpo tras la muerte.

León XIV recorrió más de 40 kilómetros desde Beirut y ascendió a 1.200 metros de altitud para llegar a Annaya, lugar del que brota un río de misericordia, como lo definió. Al depositar una lámpara encendida junto a la tumba, dijo: “Ofreciendo esta lámpara confío a la protección de San Charbel al Líbano y a su pueblo, para que camine siempre en la luz de Cristo. ¡Demos gracias a Dios por el don de San Charbel!”.

Miles de fieles, y también musulmanes, salieron a las calles para recibir al Papa bajo la lluvia. “La ciudad de la paz da la bienvenida al mensajero de paz”, rezaba una gran pancarta. En el interior del monasterio, el Pontífice oró en silencio y luego pronunció una plegaria que se distribuyó en estampas entre los presentes: “Oh Dios, que concediste a San Charbel, guardián del silencio en la vida oculta, ser iluminado por la luz de la verdad para contemplar la profundidad de tu amor, concédenos a nosotros, que seguimos su ejemplo, la gracia de enfrentar en el desierto de este mundo la buena batalla de la fe.”

El abad Mahfouz Hady, superior general de la Orden Maronita Libanesa, agradeció al Papa por su presencia, que calificó como una gracia sobre gracia, y recordó que “exactamente hace un siglo, en 1925, se presentó ante Pío XI la causa de beatificación de San Charbel. Y he aquí que en 2025, Su Santidad viene a bendecir este mismo monasterio, renovando la gracia”.

San Charbel, modelo universal

León XIV habló de San Charbel como un modelo universal: “A quien vive sin Dios, enseña la oración; a quien vive en el ruido, enseña el silencio; a quien vive para aparentar, enseña la modestia; a quien busca riquezas, enseña la pobreza. Son comportamientos contracorriente, pero precisamente por eso nos atraen, como el agua fresca para quien camina en el desierto”.

El Papa concluyó su visita confiando a San Charbel la Iglesia, las familias y el mundo, pidiendo especialmente el don de la paz: “Por eso San Charbel nos ayude a dirigirnos a Dios y a pedir el don de la conversión para todos nosotros.”

Al salir del monasterio, las voces de miles de fieles se elevaron bajo la lluvia, agradeciendo la presencia del Sucesor de Pedro. Una multitud que, al igual que San Charbel en su vida, confía en que el silencio, la oración y la fe pueden transformar el corazón del mundo.

Con información de Vatican News y Religión En Libertad

 

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