sábado, 23 de noviembre de 2024
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En las pruebas, ¡nunca impacientarse!

No debemos huir de las dificultades; más bien, debemos soportarlas con paciencia, medio eficaz para que nuestros deseos e inclinaciones resulten en actos virtuosos.

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Foto: Christian Erfurt en Unplash

Redacción (04/05/2023 16:06, Gaudium Press) De gran interés para la vida espiritual, es lo que nos dice el reconocido autor Lorenzo Scupoli sobre la paciencia en las pruebas. Es claro, lo principal, para sobrellevarlas, es pedir la fuerza de la gracia de Dios. E incluso se puede pedir a Dios que pasen, si es su voluntad. Pero si no, paciencia y oración:

Cuando estéis pasando por una dificultad y tratéis sobrellevarla con paciencia, no os dejéis persuadir por el demonio o por el amor propio en el sentido de querer libraros de ella, pues esto os causaría dos daños principales.

En primer lugar, aunque ese deseo no os desvíe inmediatamente de la virtud de la paciencia, eventualmente os conducirá poco a poco a la impaciencia.

En segundo lugar, vuestra paciencia sería menos meritoria, y Dios os recompensaría solo por el tiempo que has sufrido, mientras que, si os entregáis por completo a su voluntad divina, aunque sufráis poco, el Señor os recompensará como si hubieras sufrido mucho más por [amor a] Él.

Tomad, pues, por regla general, apartar vuestros deseos de cualquier otro objeto que aquel que constituye vuestro único y verdadero fin, que es la VOLUNTAD DE DIOS. Así serán [tus deseos] justos y rectos, y, ante cualquier contratiempo, vosotros no sólo estaréis tranquilos, sino felices, porque, como nada sucede sin la voluntad de Dios, si la queréis, la tendréis.

Aunque esto no se aplica a los pecados propios o ajenos, porque Dios no los quiere, sí se aplica a las aflicciones que surgen de estos pecados o de cualquier otra razón, aunque sean tan violentas y penetrantes que, llegando al fondo del corazón, casi arrancan las raíces de la vida natural, porque ésta es parte de la cruz con la que Dios se complace en favorecer, a veces, a sus amigos más cercanos y queridos”.

Extraído de: Lorenzo Scupoli. O combate espiritual. São Paulo: Cultor de Livros, 2019, p.127.

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