La ministra de información, publicidad y servicios de difusión del país calificó reciente Carta Pastoral de los obispos como emitida emitida “bajo el liderazgo equivocado aunque malvado del Arzobispo de Harare”.
Harare – Zimbabue (18/08/2020 12:43, Gaudium Press) La crisis en Zimbabue, nación del sur de África con una población de aproximadamente 15 millones de habitantes, se agudiza. La mayoría de sus gentes profesan ideas religiosas sincretistas, pero hay un importante núcleo cristiano – más o menos un cuarto de la población – lo que hace que la voz de la Iglesia tenga amplia resonancia.
Voz que se manifestó en una reciente Carta Pastoral, crítica del gobierno, motivada por lo que la Iglesia considera una rápida deterioración de los derechos humanos en el país, y por toda la situación de Zimbabue en general.
Tras la publicación de la carta, la ministra de información, publicidad y servicios de difusión, Mónica Mutsvangwa, usó terminos poco diplomáticos, para calificar “la carta pastoral emitida bajo el liderazgo equivocado aunque malvado del Arzobispo de Harare”, la capital del país. La ministra condenaba y objetaba la Carta de Mons. Robert Ndlovu y su círculo de prelados católicos.
Protestas reprimidas el pasado 31 de julio
El 31 de julio pasado se organizaron serias protestas contra la corrupción gubernamental, las que fueron frustradas por una policía nacional fuertemente armada y por soldados. Algunos de los organizadores de las protestas se han tenido que esconder. Un reconocido periodista, Hopewell Chin’ono, se encuentra en la cárcel por exponer la corrupción del ejecutivo. Lo mismo ocurre con Jacob Ngarivhume, líder de un partido político de oposición.
Para los obispos de Zimbabue, en su Carta pastoral, la crisis del país es una convergencia “de colapso económico, que profundiza la pobreza, inseguridad alimentaria, corrupción y abuso a los derechos humanos entre otras crisis en urgente necesidad de resolución”.
Reprimir la ira solo agudiza la crisis, afirman los obispos
“La convocatoria a manifestaciones es la expresión de la creciente frustración y agravamiento causada por las condiciones en las que se encuentran la mayoría de los zimbabuenses. La represión de la ira de la gente solo puede servir para profundizar la crisis y llevar a la nación a una crisis más profunda”, expresan los obispos en la comunicación.
Los obispos también hicieron un no buen balance de la intervención que en el desarrollo de la crisis hizo el presidente de Sudáfrica: “Después de la represión del gobierno contra la disidencia tras las manifestaciones del 31 de julio, también hemos sido testigos de los intentos del presidente Cyril Ramaphosa de Sudáfrica de intervenir enviando un enviado especial. Su fracaso en realizar amplias consultas con la Iglesia y la sociedad civil en este momento tan tempestuoso fue de lo más lamentable”, expresaron los prelados.
“El miedo recorre la espina dorsal de mucha de nuestra gente hoy –continúan los obispos de Zimbabue. La represión de la disidencia no tiene precedentes. ¿Es este el Zimbabwe que queremos? Tener una opinión diferente no significa ser un enemigo. Precisamente del contraste de opiniones surge la luz. Nuestro Gobierno automáticamente etiqueta a cualquiera que piense de manera diferente como enemigo del país: eso es un abuso”.Con información de The Tablet.
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