En su catequesis de la audiencia general el Papa destacó ciertos dones que son específicos de la vejez.
Redacción (11/05/2022 16:13, Gaudium Press) El Papa, en su enseñanza en la Plaza de San Pedro de los miércoles que está versando sobre la ancianidad, trató de Judit, la heroína del Antiguo Testamento, prefigura de la Virgen, quien “de joven se había ganado la estima de la comunidad con su valentía. De anciana, la mereció por la ternura con la que enriqueció la libertad y los afectos».
“Judit es una joven virtuosa y viuda judía que, gracias a su fe, a su belleza y a su astucia, salva la ciudad de Betulia y al pueblo de Judá del asedio de Holofernes, general de Nabucodonosor rey de Asiria”, expresó Francisco.
Después de estas aventuras, Judit regresa a su ciudad, Betulia, lugar en que vive una bella vejez hasta los 105 años.
¿Cómo aprovechar los tiempos que Dios nos da?, se preguntó el Papa, por ejemplo los de la ancianidad.
“Judit se queda viuda pronto y no tiene hijos, pero, como anciana, es capaz de vivir una época de plenitud y de serenidad, en la conciencia de haber vivido hasta el fondo la misión que el Señor le había encomendado. Para ella es el tiempo de dejar la herencia buena de la sabiduría, de la ternura, de los dones para la familia y la comunidad: una herencia de bien y no solamente de bienes”, dijo el Pontífice.
Hoy en día, los abuelos también pueden trasmitir esa herencia.
Los dones casi exclusivos de la ancianidad
El Señor no solo da talentos a los jóvenes y fuertes, sino que por ejemplo a los ancianos les da una mirada más atenta y humana, una mirada más penetrante, además otros dones y carismas que la sociedad debe valorar, regalos de sabiduría que ellos pueden transmitir.
Con el paso del tiempo “Las habilidades precedentes de la vida activa pierden su parte de constricción y se vuelven recursos de donación: enseñar, aconsejar, construir, curar, escuchar… Preferiblemente a favor de los más desfavorecidos, que no pueden permitirse ningún aprendizaje y que están abandonados a su soledad”, señaló Francisco.
El Papa invitó a leer el libro de Judit, “esta historia de una mujer valiente que acaba así, con ternura, con generosidad, una mujer que está a la altura”.
Él desea a las mujeres un final de vida así, de valientes y sabias, que dejan sobre todo de herencia sabiduría sembrada en las nuevas generaciones.
Con información de Vatican News
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