Se imponían una cruz invertida en la frente. Después el ‘celebrante’ decía ‘salve satanás’.
Redacción (15/11/2022 18:53, Gaudium Press) Diversos medios noticiaron en días recientes el “desbautismo” al que se sometieron algunos en Tyler, Texas, promovido por el templo satánico Dallas-For Worth.
Quienes quisieran, arrepentidos de haber sido bautizados en la fe cristiana, y tras pagar una tarifa de 10 dólares, accedían a dos personas de la organización The Satanic Temple portando máscaras, que colocaban un barro negro en la frente con la cruz invertida. Luego los enmascarados pronunciaban la frase “salve satanás”. Posteriormente recibían un certificado de haber participado de ese acto.
Los videos que muestran ese rito se han tornado virales, y con ello también las reacciones en su gran mayoría negativas. “Se van a arrepentir de eso”, “esta es una de las cosas más escalofriantes que he visto”, decían algunos internautas.
Doctrina católica sobre el bautismo
No existe la posibilidad de un des-bautismo, pues como enseña la doctrina católica, este sacramento en quien lo recibe válidamente ‘imprime carácter’, es decir, “imprime en el cristiano un sello espiritual indeleble (character) de su pertenencia a Cristo. Este sello no es borrado por ningún pecado, aunque el pecado impida al Bautismo dar frutos de salvación (cf DS 1609-1619). Dado una vez por todas, el Bautismo no puede ser reiterado”. (CIC n. 1272)
El sacramento del bautismo, el del inicio de la vida de la gracia en el alma humana, “contituye el nacimiento a la vida nueva en Cristo”, “es necesario para la salvación” (CIC, n. 1277), obtiene el “perdón del pecado original y de todos los pecados personales”, y es “el nacimiento a la vida nueva, por la cual el hombre es hecho hijo adoptivo del Padre, miembro de Cristo, templo del Espíritu Santo. Por la acción misma del bautismo, el bautizado es incorporado a la Iglesia, Cuerpo de Cristo, y hecho partícipe del sacerdocio de Cristo”. (CIC, n. 1279)
Con el bautismo se recibe el ‘mecanismo sobrenatural’, es decir las virtudes infusas, los dones del Espíritu Santo y la presencia Trinitaria, que entre tanto se pierden con el pecado mortal. Sin embargo, permanece en el alma bautizada y en pecado el carácter bautismal y la fe de manera ‘informe’, y esta permanencia es semilla y posibilidad de recuperar todos esos dones con la confesión sacramental o la contricción perfecta.
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