A inicios de mes la policía francesa detuvo a un piloto que había manifestado ese deseo.
Redacción (22/10/2021 15:50, Gaudium Press) Apenas se acababan de terminar los trabajos de refuerzo de la estructura de la golpeada catedral de Notre Dame, cuando ya se conoce la noticia de un nuevo posible atentado.
Avisaba Le Parisien del 8 de octubre pasado, que la amenaza verbal de un antiguo piloto de Air Tahití, de alrededor de 50 años, fue tomada muy en serio por la policía.
Al parecer el antiguo piloto comercial, que ahora en sus horas libres piloteaba un pequeño Cessna, manifestó que quería estrellar ese monomotor de cuatro puestos contra la Catedral en reconstrucción.
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Un conocido del piloto, en Hendaye – ciudad en la parte norte de la frontera entre España y Francia – escuchó ese siniestro deseo del piloto, y dio aviso a las autoridades, primero la policía de fronteras, la cual avisó a París.
La alerta sobre el sujeto hablaba de una persona “inestable psicológicamente”, “enfermo”, con problemas “de alcohol y económicos”.
Pero la historia no termina en Hendaye.
El informante contó que le había pagado al sospechoso un cuarto en un hotel en París, por lo que un dispositivo policial fue desplegado para encontrarlo.
A través de seguimiento de imágenes digitales se le pudo ubicar, nada más ni nada menos que en la emblemática iglesia de San Sulpicio, que hasta hoy funge como Catedral mientras se terminan los trabajos en Notre Dame. El sujeto estaba en un grado de alicoramiento, y portaba una botella de whisky en sus bolsillos.
Después de la detención, la policía requisó el cuarto del hotel donde se hallaba hospedado, y no encontró nada relacionado con un “proyecto de atentado”.
La historia de este hombre recuerda la de Andreas Lubitz, piloto de German Wings, quien sufría de depresión, y que en marzo de 2015 hizo picar en barrena su avión con 149 pasajeros, estrellándolo en los Alpes. Lubitz se encerró en la cabina, y consiguió mantener al copiloto fuera de ella, que desesperada e infructuosamente intentó ingresar.
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