La pregunta puede sonar pretenciosa, para quien, basado en la teología, conoce el gran poder del demonio.
Redacción (02/05/2023 16:31, Gaudium Press) Es posible tener ‘presencia exorcística’? La pregunta puede sonar pretenciosa, para quien, basado en la teología, conoce el gran poder del demonio.
Pero justamente este poder tiene sus contrafuertes, también según la doctrina católica.
El primero, el más importante, es Dios: no se mueve una hoja de un árbol sin la permisión o deseo de Dios, ni mucho menos actúa un ángel, bueno o malo.
Sin embargo, es patente que Dios Nuestro Señor permite la acción de los ángeles malos, por varios motivos, que pueden ir desde castigo por los pecados, hasta la obtención de méritos para los hombres, que resisten la acción del maligno con la gracia de Dios, adquiriendo así su ‘tiquete’ para ir al cielo. Sin pasar por la prueba, no mereceremos la victoria, que es muy grande.
Entre tanto, es sabido que santos y santas como Santa Catalina de Siena, Santa Inés de Montepulciano o Santa Teresa, adquirieron a lo largo de sus vidas y sus luchas un poder contra satanás tal, que en ocasiones su mera presencia ahuyentaba a ese poderoso y nefasto ser, incluso de los cuerpos de los posesos, algo que no es nada fácil.
Por ejemplo, cuenta Santa Teresa en el Libro de la Vida que cuando comienza lo que ella llamaba su ‘vida de oración’ sufrió los embates del ángel caído, quien advertía y temía todo el mal que ella haría a su oscura obra aquí en la Tierra. Las luchas fueron duras, pero a cierta altura de su caminar, por una gracia especial, ella sintió experimentalmente el gigantesco poder de la Humanidad de Jesucristo, la total derrota que Cristo había infligido al demonio, y cómo ella, hija de Cristo y de la Iglesia de Cristo, no debía temerle. Dice la gran Santa que esta conciencia, ya le quitó muchísimo del poder que el demonio ejercía contra ella.
Es claro que haber sentido en carne viva los ardides, sutilezas y furias de la acción del demonio fue también benéfico para Santa Teresa, pues esto favorecía la conciencia de cuánto el demonio odia a los hijos de Adán, favorecía la noción de que la mera naturaleza humana es muy poca cosa para enfrentar la acción de la naturaleza angélica de satanás, y cómo era imprescindible usar los recursos de la religión para enfrentarlo.
Es claro también que aunque ya muy arriba en su vida espiritual, Santa Teresa tuvo que seguir confrontando la acción del demonio, pero más a través de terceros que directamente ataques a su alma, que fue adquiriendo lo que llamamos ‘presencia exorcística’.
Es decir, la vida de piedad, levantarse con la confesión tras las caídas, la oración frecuente, la comunión frecuente del Cuerpo de Cristo, el recurso frecuente a los ángeles buenos, no solo fue alejando el demonio de ella, sino que además le dio un conocimiento de cómo actúa ese bicho, que ella, Doctora de la Iglesia, es también por tanto maestra en cómo enfrentarlo.
Pero al final de cuentas, todo se reduce a: – Saber de su existencia y de su odio hacia los hijos de los hombres. – Conocer que Cristo lo venció, y lo sigue venciendo a través de su Cuerpo Místico que es la Iglesia – Y por tanto, usar los recursos de la Iglesia, fundamentalmente sacramentos y oración, para enfrentarlo.
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Además, cada uno tiene un ángel bueno custodio, que está destinado a nuestra protección: pero cuidado, él – a diferencia del demonio – sí es respetuoso de la libertad humana, y debemos invocarlo constantemente para ‘potenciar’ su acción. El menosprecio del ángel de la guarda por parte del custodiado, normalmente se traduce en un aumento del poder de satanás contra nosotros, por lo que en nuestras oraciones diarias debemos adquirir la costumbre de invocarlo, mejor consagrarnos a él, y a lo largo del día rezarle jaculatorias.
Y si es cierto que los demonios “son legión”, pues también los ángeles buenos son legión: podemos por ejemplo invocar a los ángeles de la guarda de las personas con las que vamos a entrar en contacto, no para que ellas hagan lo que nuestros caprichos desean, sino para que se prevenga la acción del demonio y se realice la obra de Dios junto a todos, que es la salvación de las almas.
En ese sentido, es casi que un mundo nuevo que se abre para muchos, como es el del tejido gigantesco de ángeles buenos y ángeles malos que ‘sobrevuela’ sobre los hombres con su accionar: los ángeles malos no nos piden permiso para actuar, ellos está ahí, actuando, con todos sus ardides y maldades, por lo que nosotros sí debemos ‘encender’ por así decir el tejido de los ángeles buenos, con nuestras oraciones. Con nuestras oraciones a la Reina de los Ángeles.
En fin, es la lucha. Solo que debemos ir adquiriendo una mayor y mejor conciencia, de cómo ella se traba. Para la derrota del ‘tejido del mal’, ya Cristo dio su sangre: ahora nos cabe aplicarla a la lucha.
Por Saúl Castiblanco
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