viernes, 22 de noviembre de 2024
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Esclavos de María: la perfecta retribución que nos protege

Si Dios ha dado tanto a sus hijos, y tanto ellos le deben ¿es acaso desproporcionado hacerse entonces su esclavo?

San Luis de Montfort 2

San Luis de Montfort

Redacción (17/10/2020 15:08, Gaudium PressNo me tienes que dar porque te quiera, pues aunque lo que espero no esperara, lo mismo que te quiero te quisiera”, termina diciendo el conocido poema de Santa Teresa de Jesús.

Si Dios ha dado tanto a sus hijos, y tanto ellos le deben ¿es acaso desproporcionado hacerse entonces su esclavo? San Luis María Grignion de Montfort desarrolla esto en dos de sus principales obras (1). Uno de sus biógrafos dijo que este santo francés pareciera haber sorprendido a Dios y a su Santa Madre con el amor que les tuvo, tal como sucedió con Elías, que se consumía de celo por la gloria de Dios que al parecer no esperaba tanto de su profeta.

La verdadera gratitud es virtud escasa entre los hombres. Retribuir un favor recibido es de una nobleza que muy pocos practican en este mundo de hoy. Casi siempre el favorecido o agraciado olvida bien pronto, si es que no se cree a sí mismo que realmente ese favor se lo merecía y que Dios estaba demorado en dárselo.

Hacerse voluntariamente esclavo de amor a alguien en este siglo harto y ebrio ya de tanta libertad pervertida por abusos y fraudes con ella, le suena a algunos simplemente escandaloso. Son los que todavía no han conocido el verdadero amor que llega hasta el extremo de sacrificarse por el amado.

Lo demuestra el testimonio de los verdaderos amadores que hacen pequeños o grandes sacrificios por la persona amada, sean hijos, padres o cónyuges. ¿Por qué no hacerlos por Dios que es el amor total?

La esclavitud es una condición que se abolió hasta hace poco en el mundo pero que siempre existió. Todavía algunos pueblos la aceptan y la ven como la cosa más natural. Supuestamente los más civilizados ya han hecho todo lo posible por abolirla definitivamente. Sin embargo es innegable que han surgido nuevas formas de esclavitud hoy día y tal vez sean peores que la anterior.

El esclavo de amor

El esclavo de amor la asume voluntariamente y agradece ser aceptado en tal condición. Está consciente de que en tal estado alcanzará su plena realización. Esto último es lo que en cierto momento pensaron algunos teólogos al favorecer la esclavitud, tratando caritativamente de ayudar a liberar África de la horrorosa superstición y el salvajismo antropófago en que estaban sumidas las tribus de ese continente de más de 2000 lenguas, pero que la mentalidad liberal y acristiana de los negreros, traficantes, negociantes y patrones, muchos de ellos no católicos o alejados de las prácticas cristianas hacía tiempos, no quisieron entender por afán de ganar dinero. (2)

Hacerse esclavo de Dios es una retribución que le damos voluntariamente y que Él no nos estaba pidiendo. Con esta misma razón San Luis de Montfort nos induce a hacernos esclavos de María y Mons. Joao Clá, EP (3) a hacernos esclavos de nuestro propio ángel de la guarda, que si bien fue puesto por Dios para servirnos y orientarnos, nosotros debemos agradecerle esa dedicación proponiéndole que nos acepte como esclavos, así nuestro vínculo con él será indestructible y el demonio no podrá nada contra nosotros.

Tampoco nuestro ángel custodio nos está exigiendo eso. Es una propuesta y deseo nacido enteramente de nuestra voluntad para amar y mejor servir a Dios… ¡y salvarnos¡ porque al paso que va la humanidad, ser esclavo de Dios será el único medio de protegernos en el estado de cosas al que está siendo llevada por modas y costumbres cada vez más inmorales, agresivas, inhumanas y misteriosamente cargadas de fuerzas que van más allá de lo natural.

Por Antonio Borda

(1) “Tratado de la verdadera devoción a la santísima Virgen” y “El secreto de María”.

(2) Miguel Real, Introducción a la cultura Portuguesa, Ed. Planeta, 2013 pag. 148 ss.

(3) Mons. Joao Clá Scognmiglio Dias, Fundador de los Heraldos del Evangelio, “Consagración al ángel de la guarda”.

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