Ya no se habla de invierno demográfico sino de era glacial demográfica. Aborto y eutanasia, entre las primeras causas.
Redacción (03/12/2024 09:05, Gaudium Press) Ya se habla de una “era glacial demográfica” en Europa. Así como la era glacial se habría llevado consigo numerosas especies, entre ellas los hoy vedette dinosaurios, la era glacial demográfica amenaza con la extinción de razas y cultura europea, por lo menos aquella que fue durante muchos siglos.
Es claro que el invierno glacial demográfico, que mejor podría ser tildado de suicidio demográfico, no es privilegio de Europa, pero sí es cierto que en el Viejo Continente prima de forma singular, además de la baja natalidad y alimentándola, una verdadera ‘cultura de la muerte’, combinación venenosa de promoción de eutanasia, ‘derecho’ al aborto, destrucción de la familia, etc.
Pero vayamos a los datos, expuestos por Ermes Divico en La Nuova Bussola Quotidiana, quien resume lo aportado por el bioeticista Tommaso Scandroglio, en entrevista con la Bussola.
Es verdad que entre 2001 y 2020 la población creció, pasando de 429 millones a 447 millones de habitantes, pero este incremento se explica por la inmigración. De hecho, en el mismo período disminuyeron los nacimientos vivos (de 4,4 millones en 2001 a 4 millones en 2020), bajó la tasa de natalidad (de 10,2 nacimientos por mil habitantes a 9,1), al mismo tiempo que subió la tasa de mortalidad (de 9,9 a 11,6).
Es decir, en Europa cada vez nace menos gente, cada vez muere más gente.
La tasa de fecundidad en el 2021, de 1,53 hijos por mujer en edad fértil, está muy lejos de lo que los demógrafos señalan como tasa de reemplazo, es decir, 2,1 hijos. Las estimaciones a futuro de esta tasa son aún más bajas.
En un fenómeno que ya ha sido apuntado, los propios inmigrantes se van acoplando a estas bajas tasas de natalidad. Es decir, la cultura europea como existió parece destinada a su desaparición, e incluso los patrones culturales conservados por los inmigrantes.
Em esa baja natalidad tienen lugar primordial el aborto y la eutanasia, no solo la infertilidad.
“El aborto es la primera causa del invierno demográfico y es la primera causa de mortalidad en el mundo”, incluso antes que los tumores. y enfermedades cardiovasculares, recuerda Scandroglio. Por lo tanto, “si quisiéramos resolver el problema demográfico en Europa, tendríamos que meterle la mano a la legislación que permite el aborto”. Mostró el experto en bioética, que las legislaciones pro aborto, han favorecido el aumento de esa práctica, y que en los casos en que los abortos voluntarios oficiales disminuyen, se debe a una combinación de causas, como “una contracción de la población femenina”, “un aumento de la infertilidad y la esterilidad, por lo tanto, menos concepciones” y también porque “hay una migración abortiva”, es decir, una tendencia a pasar de los abortos quirúrgicos a los abortos con pastillas, no sólo los que se realizan a través del RU486, sino sobre todo los que se realizan con las llamadas pastillas del día después y de cinco días después, que pueden no sólo tener efectos anticonceptivos sino también abortivos: provocan, por tanto, un cierto número de criptoabortos, abortos ocultos.
Eutanasia
Scandroglio recuerda que en Europa están muy extendidas tanto la eutanasia omisiva (cuando no se siguen terapias que salvan la vida) como la eutanasia activa (cuando, por ejemplo, se desconecta el respirador o el PEG). Según el bioeticista, la actual legislación italiana (ley 219/2017) “es una de las más liberales”, que entre otras cosas ha “asignado el poder de vida y muerte a los representantes legales”. De manera más general, en los países europeos, todas las leyes sobre la eutanasia prevén restricciones más o menos similares, pero que luego – una vez aceptada la idea de que se puede matar – en realidad “desaparecen”, haciendo desaparecer incluso el presupuesto del consentimiento. Scandroglio recuerda los casos de “niños muy pequeños, como Charlie Gard, Alfie Evans, Isaiah Haastrup: estos niños fueron asesinados por la justicia inglesa a pesar del desacuerdo de sus padres”. La misma suerte corrió en Francia “Vincent Lambert, que en cambio era un adulto pero incapaz de comprender y querer”.
Pero Scandroglio va más allá, y dice que cualquier legislación anti familia, al estilo del divorcio exprés, o las que hieren la real identidad sexual, o el favorecimiento de la fecundación artificial, son también otras facetas de la cultura de la muerte, que están en la raíz de la era glacial demográfica.
El bioeticista ciñe su esperanza, a los restos de fe que aún se conservan, que hagan que algunas personas realmente sigan la ley de Dios y a Dios.
Deje su Comentario