De 75 años, el P. Tejedor era muy conocido en el país por su gran actividad apostólica.
Redacción (30/05/2021 11:06, Gaudium Press) Tras haber recibido los sacramentos que prescribe la Santa Madre Iglesia para el trance postrero rumbo al juicio divino y la eternidad, falleció en el día de ayer en la Clínica Los Nogales de Bogotá, a los 75 años de edad, el P. Carlos Tejedor Ricci, EP, superior de los Heraldos del Evangelio en Colombia, conocidos también en el país como los ‘Caballeros de la Virgen’.
El P. Tejedor murió a consecuencia de una embolia pulmonar.
Nacido en Buenos Aires, llegó a Colombia en misiones apostólicas en el año de 1981 y desde entonces tuvo su sede en el país andino, en el cual sirvió más de la mitad de su vida.
Fue hecho sacerdote en la primera leva de presbíteros de los Heraldos del Evangelio, cuando el 15 de junio del año 2005 en San Pablo – Brasil, Mons. Lucio Angelo Renna, O.C., obispo de Avezzano, ordenó los primeros 15 sacerdotes Heraldos, entre quienes se encontraba el fundador y superior general, Mons. João Clá Dias, EP. Estaba por tanto pronto a completar 16 años de ministerio sacerdotal.
Rasgos morales del P. Carlos
El P. Tejedor fue un eximio formador de generaciones de jóvenes de ambos sexos, no solo desde el punto de vista académico, sino sobre todo en el carácter y para la vida espiritual. Para un temperamento vibrátil, intuitivo y a veces tendiente a lo explosivo como es el del colombiano, él tenía la dosis apropiada de bondad, disciplina y firmeza, que buscaba conducir las almas a la virtud y convocaba al control de las pasiones con el auxilio de la gracia. Son numerosos los que recuerdan con gratitud las muchas aulas de variadas disciplinas, impartidas por el P. Carlos Tejedor.
Conquistó las numerosas simpatías de las que era objeto por su gran bondad. Detrás de cada indicación, incluso detrás de las reprensiones que a veces tenía que dar, las personas percibían fácilmente su profundo y generoso afecto varonil y cristiano, su genuino y puro deseo de hacer bien a las almas.
Trasplantado de su tierra argentina aún en la flor de la joven edad, quiso el P. Tejedor adaptarse generosamente y hasta moldearse a las costumbres del país en donde entregó sus energías por el Señor, costumbres a veces tan diferentes de las propias. El propio Prof. Plinio Corrêa de Oliveira, de quien el P. Tejedor fue tan fiel discípulo, decía que él en muchas cosas se había tornado colombiano.
Como todo aquel que camina decididamente en las sendas de la virtud, el P. Tejedor padeció no pocas cruces en su vida, sea en la realización de las múltiples labores apostólicas que promovía o directamente coordinaba, sea en la dirección de almas no siempre tan dóciles a sus consejos como estos bien lo merecían. En todos estos trabajos, brilló de manera sublime por su imbatible paciencia, por su sólida perseverancia, por su esperanza inquebrantable.
Tras su ordenación como sacerdote en el año 2005, a sus ya muchos dones naturales y de la gracia, se sumaron los de confesor solícito, predicador docto y apostólico, y ministro celoso. Eran muy apreciados sus sermones, que en los últimos años fueron seguidos diariamente por decenas de miles de personas a través de diversos canales en internet.
Su apostolado y entrega fueron más que fecundos.
Siempre en unión con el fundador de los Heraldos, Mons. João Clá, los ‘Caballeros de la Virgen’ desarrollan una ingente actividad y son harto reconocidos en Colombia, tras haber recorrido bajo el amparo de Nuestra Señora de Fátima todos los rincones de su geografía en millares de peregrinaciones y misiones; han difundido por millones rosarios, libros de piedad, devocionarios y demás elementos religiosos por variados medios. El P. Tejedor organizó y participó personalmente de muchas de estas peregrinaciones y coordinaba las demás actividades en el país, contribuyendo poderosamente a mantener y revigorizar su índole católica, aún muy viva en estos aciagos días.
Al conocer la noticia de su fallecimiento, de los más diversos países surgen las expresiones de condolencia y agradecimiento por la vida del P. Tejedor, en las que se aúnan el comprensible dolor por la partida del querido y celoso pastor de almas, con una serena alegría al constatar la feliz conclusión de una vida bien y bellamente vivida, que con el favor de Dios y la Virgen seguirá intercediendo en el cielo por aquellos que se le encomienden. (Gaudium Press / Saúl Castiblanco)
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