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El día de la fiesta de la Asunción de María, falleció la monja perteneciente al Instituto de las Siervas de la Eucaristía, a quien Nuestra Señora reveló un mensaje en 1973.
Redacción (20/08/2024, Gaudium Press) El día de la solemnidad de la Asunción, falleció en Japón Sor Agnes Sasagawa, una religiosa a quien Nuestra Señora de Akita reveló algunos mensajes en 1973. Ella muere a la edad de 93 años; pertenecía al Instituto de Siervas de la Eucaristía.
Nacida en 1930, en el seno de una familia budista, se convirtió al catolicismo gracias al testimonio de una enfermera. Después de recibir el bautismo, abrazó la vida religiosa. Como novicia, vio rayos de luz provenientes del sagrario el 12 de junio de 1973. Unos días después, una herida en forma de cruz comenzó a sangrar en su mano.
Recién el 6 de julio recibiría una explicación de estos fenómenos, cuando escuchó una voz proveniente de la imagen de madera de Nuestra Señora venerada en su convento. La Santísima Virgen le encomendó un mensaje exhortando al mundo a la conversión, la penitencia y la oración. La herida de sor Inés desapareció para reaparecer en la mano de María en la imagen de madera, y la monja también fue curada de un problema de audición que padecía.
El 3 de agosto de ese mismo año, la monja recibió otro mensaje de la imagen de Nuestra Señora:
“Muchos hombres en este mundo entristecen al Señor”, informó la hermana Agnes. “Deseo que las almas lo consuelen, para apaciguar la ira del Padre celestial, que infligirá un gran castigo a toda la humanidad. Deseo, con mi Hijo, almas que reparen por su sufrimiento y su pobreza a los pecadores y a los ingratos. Lo deseo también de vuestra comunidad […] que ame la pobreza, que se santifique y rece en reparación por las ingratitudes y ultrajes de tantos hombres”.
Recibió un nuevo y último mensaje del mismo contenido el 13 de octubre de 1973, en el aniversario de las apariciones de Fátima:
“Como dije, si los hombres no se arrepienten y no mejoran, el Padre infligirá un castigo terrible a toda la humanidad. Será un castigo mayor que el Diluvio, como nunca antes se había visto. Fuego caerá del cielo y arrasará con la mayor parte de la humanidad, tanto los buenos como los malos, sin perdonar ni a los sacerdotes ni a los fieles. Los supervivientes quedarán tan devastados que envidiarán a los muertos. Las únicas armas que os quedarán serán el Rosario y la señal dejada por mi Hijo. Rezen las oraciones del Rosario todos los días. Con el Rosario, recen por el Papa, los obispos y los sacerdotes. La obra del maligno se infiltrará incluso dentro de la Iglesia […] El diablo será especialmente despiadado contra las almas consagradas a Dios. El pensamiento de la pérdida de tantas almas es la causa de mi tristeza […]”.
Después de estas manifestaciones a Sor Agnes, en enero de 1975, la imagen de madera de María en el Convento de Akita comenzó a llorar. Y el fenómeno se produjo más de 100 veces hasta 1981.
En abril de 1984, Mons. John Shojiro Ito –obispo de la diócesis de Niigata, bajo cuya jurisdicción se encuentra Akita– escribió en una carta oficial que “a partir de las investigaciones realizadas, el carácter sobrenatural de una serie de hechos inexplicables relacionados con la imagen de la Virgen en Akita no puede ser negado. Por tanto, autorizo que la Santa Madre de Akita sea venerada en toda la diócesis que me ha sido confiada”.
Aunque sin emitir un documento oficial, en 1988, incluso el entonces cardenal Joseph Ratzinger, Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, calificó de confiables los hechos ocurridos en Akita.
Con información de Asianews.
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