viernes, 22 de noviembre de 2024
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Ha nacido Dios y la esperanza se renueva, también para los pecadores

Dios quiere nacer en esa “una gruta fría, inhóspita”, donde solo tenemos para ofrecerle “un pobre pesebre lleno de paja, símbolo de nuestra miseria y de nuestra carencias”.

Nino Dios 2

Redacción (25/12/2023, Gaudium Press) Ha nacido el Niño Dios, es el momento en que todos debemos llenarnos de Alegría y fortalecernos en la Esperanza, fundados en las más profundas razones.

Cuando Mons. João Clá, fundador de los Heraldos del Evangelio, comenta el Evangelio de la Vigilia de la Navidad, de San Mateo, resalta que la larga lista de antepasados de Nuestro Señor según la carne, es casi realmente una “genealogía de pecadores”.

Había entre ellos “un patriarca dominado por la envidia”, Judá; una “mujer de malas costumbres”, Rajab; un Rey Santo pero que había mandado matar a un amigo para quedarse com su mujer, David; “una secuencia de reyes prevaricadores” (Salomón, Roboán, Acaz, Manasés, Amos), entre varios otros. De esa “calidad” eran algunos de los antepasados del Niño que hoy nace en Belén de Judá.

“¿Por qué el Salvador había consentido y querido que en su linaje constase gente de vida disoluta?”, se pregunta Mons. Clá.

Él mismo responde, cuando afirma que fue “para que la acción de la Providencia quedara más clara: Jesús al nacer de una virgen, concebida sin pecado original, bajo la tutela de José, varón santísimo, vino a reparar las iniquidades de Adán y Eva, de todos sus antepasados y de la humanidad entera”.

Jesús, el Mesías, el tierno Niño de la gruta del buey y el asno, “vino ante todo, para salvar a los pecadores y admitiéndolos en su ascendencia, daba a entender que Dios no sólo acepta a los inocentes, sino también a los que incurren en faltas”.

Podríamos pues afirmar que hoy nace la Esperanza para cada uno de nosotros, pecadores.

“Desde la cuna, pues, proclamó que no se avergüenza de nada nuestro”, dice el Crisóstomo.

De nuestra parte, solo debemos reconocer con humildad que somos pecadores, y que necesitamos al Dios humanado de forma absoluta, total, completa.

“Debemos confiar en la bondad infinita y en el deseo de perdonar del Señor, porque Él se alegra con eso. Nunca desesperemos si el pecado acaba manchando nuestra vida, pues aunque hayamos errado, si sabemos implorar misericordia y repara la ofensa, de ahí saldrán maravillas, tal como de la ascendencia de Jesús nació Dios”, continúa Mons. João.

El nacimiento de Jesús es el mayor acontecimiento de toda la Historia de la Creación. Y este magno hecho, fue para mí, ocurrió por mí, que soy pecador. Hoy es mi día. Solo es implorar con humildad que Él nazca en mi corazón, que nazca en la gruta de mi corazón, que no es un palacio, sino “una gruta fría, inhóspita”, donde solo tenemos para ofrecerle “un pobre pesebre lleno de paja, símbolo de nuestra miseria y de nuestra carencias”, que sin embargo “Él escogió para ser recibido y que tanto desea transformar”.

Hoy es la fiesta de la Dicha envuelta en pañales, para mí, pecador.

Feliz Navidad.

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(Citas son tomadas de: Mons. João Scognamiglio Clá Dias, EP. Lo inédito sobre los Evangelios Tomo I– Comentarios a los Evangelios dominicales Ciclo A – Domingos de Adviento, Navidad, Cuaresma y Pascua. Libreria Editrice Vaticana. 214. pp. 71-85)

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