Mons. Derio Olivero, obispo de Pinerolo, celebró el domingo una eucaristía en agradecimiento por quienes lo ayudaron y también por todos los que luchan contra el coronavirus.
Pinerolo – Italia (16/06/2020 12:02, Gaudium Press) Mons. Derio Olivero, obispo de Pinerolo, estuvo verdaderamente cerca de la muerte. De los 47 días que permaneció hospitalizado por Covid-19, intubado duró 17 y durante 3 días casi que ‘vio’ la muerte. Pero justamente esa dura experiencia fue materia para su homilía, en la misa que celebró el pasado domingo 14, en agradecimiento al personal sanitario que lo cuidó y también para pedir por todos aquellos que luchan contra el coronavirus.
La misa fue celebrada en el patio del seminario diocesano; los asistentes –alrededor de 400 – usaban tapabocas y guardaban las debidas distancias. Quería Mons. Olivero que esos que pasan tantas horas cuidando de los otros, pasaran “una hora disfrutando del cuidado de Dios” en la eucaristía.
“Vi como llegaba la muerte”
“Vi como podía llegar la muerte: durante dos o tres días estuvo muy cerca”, expresó el prelado. Pero también aseguró que es maravilloso poderle decir a la muerte “muerte, no te quiero; no tendrás la última palabra, porque Dios es más fuerte que tú y nunca bloquearás mi futuro”, afirmó, refiriéndose también a la vida eterna.
“Dios nos cuida y eso es realmente lo que nos deja sin aliento», manifestó el obispo, aludiendo a la forma como el Covid-19 se ensaña con los pulmones. “Sé lo que significa no poder respirar por COVID; es horrible”.
“Un día, todos dejaremos de respirar”, afirmó, “pero nuestro afecto permanecerá y el cuidado de Dios no se detendrá incluso en ese momento”.
Mons. Olivero fue hospitalizado el 19 de marzo y salió del centro asistencial el 5 de mayo.
Durante varios días no pudo comer nada. “Soñé con gorgonzola”, dijo, un rico queso producido en el norte de Italia.
Un día, después de varios de haber sólo recibido agua, una enfermera le ofreció si quería una cucharadita de café. “Wow”, dijo. “Fue increíble”.
Ratificó entonces, que un pequeño gusto, en medio del sacrificio, era una maravilla.
“Todo esto nos dice que nacimos para cosas que son buenas y hermosas”, dijo. “En un momento en que todos nos sentimos más frágiles y expuestos, en riesgo, incluso más cerca del sufrimiento o inmersos en él, debemos recordar que Dios nos creó, moldeó y formó para lo que es bello y bueno. Y eso es fantástico». Y esas consideraciones, ayudan a comprender el sentido del mal y del sufrimiento, pues los que lo enfrentan con confianza en Dios, tienen la esperanza de un mundo feliz.
Con información de CNS
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