Aún están en la retina las palabras equívocas del nuevo Cardenal portugués. Al final el dilema es To be cristiano, or not to be cristiano.
Redacción (26/07/2023 17:49, Gaudium Press) Abundan ya las noticias sobre la próxima JMJ Lisboa, ante su proximidad, que inicia el próximo martes 1 y va hasta el 6 de agosto.
Que de Brasil asistirán 30 obispos y más de 10.000 jóvenes. Que de Portugal se esperan 400.000. Que hoy se esperaban cerca de 70.000 jóvenes extranjeros, que inician su recorrido por las 16 diócesis del país donde se apareció la Virgen de Fátima.
Entre tanto, las palabras del futuro Cardenal portugués, Mons. Américo Alves Aguiar – quien afirmó en programa televisivo que allá no se iba ni a hacerse cristiano ni católico –, parecen aún estar presentes en el espíritu cuando se leen declaraciones como las recientes del Obispo de Córdoba, Mons. Demetrio Fernández, quien acaba de decir en su carta pastoral semanal, que sí, que “cada generación ha de ser evangelizada de nuevo con el testimonio de los propios jóvenes de cada momento, así se ha transmitido la fe de generación en generación” y que los jóvenes que participarán en el encuentro estarán bien pero no por participar de los vicios del mundo sino por ser cristianos.
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Quedaron también en la retina las declaraciones del conocido Mons. Barron, quien afirmó recientemente que “la Jornada Mundial de la Juventud siempre ha tenido, ineludiblemente, un ímpetu evangélico. Al gran Papa polaco [fundador de la JMJ] le encantaba que tantos jóvenes del mundo, en toda su diversidad, se reunieran en estos encuentros, pero si le hubieras dicho que el verdadero propósito del evento era celebrar la diferencia y hacer que cada uno se sintiera a gusto con lo que es, y que no tenías ningún interés en convertir a nadie a Cristo, habrías recibido una mirada para parar un tren. Tengo programadas cinco ponencias en la Jornada Mundial de la Juventud de Lisboa, y me gustaría asegurar al obispo Aguiar que todas y cada una de ellas están pensadas para evangelizar”.
Evangelizar, en la verdad de Cristo, que es la verdaderamente inclusiva porque une a Aquel que se declaró como el Camino, la Verdad y la Vida.
Ese es también el pedido, registrado por la Agencia Zenit, que hace el joven Padre Luc de Bellescize, sacerdote de la Arquidiócesis de París, cuando en carta abierta expresó que “los capellanes no pasamos noches en vela en los autocares para llevar a los jóvenes a Woodstock, sino para favorecer su encuentro con Cristo y su Iglesia y su conversión a su amor, fuente de toda verdadera liberación”.
La carta del sacerdote francés, quien acompaña pastoralmente en su ministerio a jóvenes, era dirigida a todos los nuevos cardenales.
Ahí les decía que no dejaran su preocupación “por las periferias, pero antes animen a los cristianos que llevan el peso de los días y se han quedado en la barca de Pedro. Preocúpense por las personas LGBTQI+, porque la Iglesia no puede dejar a nadie atrás, pero ante todo apoyen y alienten a las parejas fieles que tienen el valor de dar la vida y educar a sus hijos en la fe. Sin ellos, la Iglesia muere. Insistir en la ‘integración’, pero tanto como en la conversión, como Cristo no cesa de hacer en su Evangelio. Tened para nosotros la ambición del Padre que nos quiere santos en Jesucristo”.
“Háblanos de fraternidad universal en la JMJ, pero no olvides que los capellanes no pasamos noches en vela en los autocares para llevar a los jóvenes a Woodstock, sino para favorecer su encuentro con Cristo y su Iglesia y su conversión a su amor, fuente de toda verdadera liberación. Haznos sensibles a la implicación de los laicos y de las mujeres –algo que ya estamos experimentando en nuestras parroquias–, pero evoca también la belleza del sacerdocio católico y su absoluta necesidad para la vida de la Iglesia”.
Es decir al final, el dilema termina siendo el de Shakespeare, ser o no ser, pero completado: ser cristiano o no ser cristiano, ser de Cristo o no ser de Cristo. Esa es la cuestión, pero ahora más apremiante en un mundo que no solo da las espaldas a Cristo, sino que se muestra agresivo contra Cristo y su verdad.
Y ahora después de mucho esfuerzo a todo nivel y global, se reúnen más de medio millón de jóvenes, que en el fondo buscan encontrarse con Cristo, y quieren oír hablar de Cristo, a sus pastores. Van a encontrarse con otros de su edad que quieren unirse a Cristo.
Así lo resume el sacerdote francés citado De Bellescize, en la conclusión de su carta: “Háblennos del mundo, pero primero de Dios”. Los pastores deben estar conscientes de ello. (CCM)
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