lunes, 01 de septiembre de 2025
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Hay clásicos de la literatura que merecerían leerse al menos una vez en la vida

Clásicos de la literatura universal que marcaron la historia, y que pueden iluminar la vida de fe del creyente cuando leídos con actitud prudencial.

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Foto: Iñaki del Olmo / Unplash

Redacción (01/09/2025 11:40, Gaudium Press) Luisa Restrepo, en Churchpop, ha escrito una muy interesante nota titulada “10 clásicos de la literatura universal para leer con mirada de fe”. Son obras que esta comunicadora ha leído y que recomienda leer al menos una vez en la vida.

Las obras literatura de cada tiempo no dejan de ser un reflejo de las sociedades donde se engendraron. En medio de tramas, personajes y escenarios, es común que en ellas los autores hayan buscado —aunque sea de forma indirecta— responder las grandes preguntas de la existencia, que inquietarán al ser humano hasta que el mundo sea mundo: ¿quién soy?, ¿de dónde vengo?, ¿a dónde voy?, ¿qué sentido tiene el dolor?, ¿cómo se alcanza la felicidad? Son interrogantes que atraviesan la historia, el tiempo y las culturas, y que no han dejado de resonar en la mente de quienes buscan respuestas más allá de lo inmediato. También son preguntas a las que da respuesta la fe.

La fe, cuando se lee el mundo y ciertos libros desde su lente, no es un añadido artificial, sino la clave que alumbra lo más humano de la existencia, desde el faro divino. Al acercarnos a ciertos clásicos de la literatura universal, podemos descubrir en ellos no solo la belleza literaria o la riqueza de los datos históricos, sino también las huellas del Creador, quien no solo creó el universo sino que sigue guiando su curso.

Lo cristiano es humano, y esa humanidad se refleja en ciertos relatos que, aunque escritos hace siglos o décadas, no pierden vigencia. Pero es claro, que la referencia del cristiano no es la literatura, por buena que sea, sino la fe católica, que no es solo faro que ilumina con total claridad, sino que permite juzgar con rectitud.

Por lo demás, la lectura de un buen libro, a diferencia de la agitación de buena parte de las peliculas, permite este juicio prudencial de la inteligencia iluminada por la fe del lector cristiano.

Reproducimos aquí algunas de las reseñas de estas obras, basados en las opiniones de Luisa Restrepo:

La Divina Comedia – Dante Alighieri

Escrita entre 1304 y 1321, esta obra monumental narra el viaje de Dante por el Infierno, el Purgatorio y el Paraíso. No es solo un poema, sino una alegoría de la existencia humana, donde cada paso del protagonista refleja la lucha del alma por liberarse del pecado y alcanzar la visión de Dios. Virgilio, símbolo de la razón, y Beatriz, imagen de la fe, muestran que la inteligencia y la confianza en lo divino no son enemigas, sino caminos complementarios hacia la verdad.

La riqueza de sus símbolos, su belleza poética y sus elementos teológicos la convierten en una de las obras más influyentes de la historia.

Los miserables – Victor Hugo

Publicada en 1862, esta novela histórica se desarrolla en la Francia del siglo XIX. Jean Valjean, marcado por la injusticia y la cárcel, encuentra la redención gracias a la misericordia de un obispo que lo perdona y le entrega sus candelabros de plata. Desde ese momento, la vida de Valjean se convierte en un testimonio de conversión, lucha interior y caridad.

La obra es un fresco sobre la condición humana donde Fantine es víctima de la miseria, Cosette es símbolo de esperanza, Javert es la ley rígida sin compasión y Marius, la juventud que busca justicia. Hugo presenta el mal, el sufrimiento y la injusticia, pero deja abierta la puerta a la gracia.

Los hermanos Karamázov – Fiódor Dostoyevski

Publicada en 1880, es considerada la cumbre de Dostoyevski y reconocida como una de las novelas referentes de la literatura universal. A través de los tres hermanos —Iván, el racionalista, Dmitri, el pasional y Aliocha, el espiritual— se retrata el drama humano entre la fe y la duda, el pecado y la gracia.

El capítulo del Gran Inquisidor es uno de los más impactantes de toda la literatura, plantea el problema de la libertad humana frente a la fe. Al mismo tiempo, la figura del anciano Zósima recuerda la belleza de una vida entregada al Creador.

El retrato de Dorian Gray – Oscar Wilde

Publicado en 1890, es la única novela del autor irlandés. La historia de Dorian, que permanece joven y bello mientras un retrato refleja sus pecados y corrupciones, es un espejo de lo que puede ser la vanidad y la superficialidad humana. Habla del miedo a envejecer, del deseo de poder y aceptación social, y del precio de vender el alma a cambio de placer. Leída con mirada de fe, puede ser un recordatorio de que todo lo oculto sale a la luz, y que la verdadera belleza no está en la apariencia, sino en la virtud.

El conde de Montecristo – Alejandro Dumas

Publicada en 1844, cuenta la historia de Edmond Dantés, injustamente encarcelado y traicionado. Tras años de sufrimiento, escapa y se convierte en el misterioso Conde de Montecristo, movido al principio por la sed de venganza, algo que aunque es un sentimiento con frecuencia humano, evidentemente no es cristiano. Al final, al parecer Dantés se harta tambien de su sed de castigo, y comienza a descubrir las mieles del perdón y del dominio sobre el odio.

Grandes esperanzas – Charles Dickens

Publicada entre 1860 y 1861, es una de las obras más personales de Dickens. Pip, el protagonista, atraviesa un viaje de ambición, decepción y aprendizaje. En medio de giros inesperados, se enfrenta a temas como la vergüenza, la culpa, el amor y la vanidad.

Es un relato sobre la maduración del alma, de que la verdadera grandeza está sobre todo en la bondad del alma, y en la capacidad de ejercer la caridad.

En fin, los de arriba son solo unos ejemplos. Clásicos de la literatura hay por montones. Algunos con historias interesantes, amenas, que promueven los buenos modelos, otros no tanto. Es preciso discernimiento, por lo que sobre todo hay que formarse en doctrina cristiana. Pero munidos con esas herramientas, sumergirse en un buen clásico es también ejercer la reflexión sobre la vida.

Mucho más que ciertos films de thrillers agitados o comedias locas de nuestros días, que poco dejan al alma. (SCM/MCV)

Con información de ChurchPop

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