Sus padres eran paganos. Pero tenían un ayo que era cristiano, y que así los educó. Después convirtieron con su testimonio a su familia.
Redacción (18/06/2020 06:22, Gaudium Press) Hoy celebramos la fiesta de dos mártires, la de Marcos y Marceliano, que era hermanos gemelos y que sufrieron bajo la persecución de Diocleciano. Son hijos de dos santos, San Tranquilino y Santa Marcia. Pero estos padres santos eran primero paganos, y fueron convertidos al cristianismo por el testimonio de sus hijos.
¿Cómo le vino pues la fe a estos dos jóvenes, si sus padres eran paganos? Porque el tutor era cristiano y con cuidado y tino los fue encausando hacia la doctrina de Cristo.
En sus jóvenes almas, que así estaban siendo formadas, nació pronto el deseo del celibato, pero al final fueron obligados a casarse con doncellas paganas, a las que albergaban el secreto deseo de convertir.
En determinado momento su familia se enteró que Marcos y Marceliano ya eran seguidores de Jesús; pero todo se manejó con discreción, y por ello pudieron esquivar durante un tiempo la furia de las persecuciones. Sin embargo, llegó el día en que los perseguidores se enteraron y los llevaron a prisión, lo que representó para estos hermanos una gran alegría, causando desconcierto en la familia.
Un juez que se convierte
El juez Cromancio los condenó primero a azotes. La familila, padres y esposas, de forma diaria, una y otra vez les pedían que renegaran de su fe, lo que no hicieron los mártires. Al ver que los azotes no conseguían nada, Cromancio mandó degollarlos.
Pero una vez más intervino la familia, esta vez ante el juez, y pidió un plazo de 30 días para lograr convencer a Marco y Marceliano de abjurar su fe. Sin embargo, la firmeza de los futuros mártires no sólo se mantuvo incólumne, sino que logró un milagro gigantesco, que fue la conversión de los parientes. Al cabo de 30 días, había en esa familia más creyentes en Jesús.
El padre de los gemelos contó al juez Cromancio que los prisioneros no abjuraban del Señor, y lo hizo con tal efusión de gracia, que el propio Cromancio después de un tiempo pidió el bautizo, y cerró el proceso contra los gemelos. Pero lo sucedió el juez Fabiano, cruel enemigo de los cristianos.
Toma posesión de su cargo Fabiano, reabre procesos, ordena capturas, imparte sentencias, y vuelve a la carga contra Marco y Marceliano.
Primero ordena que se les ate a un tronco y que sus pies sean traspasados por clavos; pero los gemelos no reniegan de su fe, sino que movidos por gracias insignes entonan cánticos de alabanza. Así pasan un día y medio.
Al ver que la tortura no funciona, Fabiano ordena que se les traspase con lanzas, y de esta manera mueren nuestros mártires, con los nombres de Jesús y su Madre en los labios, un 18 de junio de 286. Sus reliquias se hallan en Roma
Patronos de Badajoz
Un día cae un rayo en el Castillo de Badajoz, se enciende la construcción y el fuego amenaza llegar al polvorín, lo que hubiera producido una catástrofe. Se pide a los Santos de ese día, los nuestros, que hagan un milagro impidiendo que tal ocurra, y de manera inexplicable las llamas se detienen en la zona inmediata al almacén de munición. Las personas piden entonces que la ciudad reconozca la protección de los mártires.
La antigua Congregación de los Ritos autoriza al Deán y el Cabildo de la ciudad para elegirlos como patronos menos principales de la ciudad de Badajoz. El obipo Juan Marín Rodezno da la aprobación propia el 13 de junio de 1969.
Con información de Catholic.net y Aciprensa.
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