Bonifacio no era su nombre primero, sino Winfrido. Pero el Papa se lo cambió, y le puso un nombre que resumió su vida.
Redacción (05/06/2020 06:59, Gaudium Press) Nace Bonifacio – parece que de noble familia – en Inglaterra, más exactamente en Wessex, en el año 680, y fue ordenado sacerdote en el 716.
Su ansia era la conversión de los paganos, hacer apostolado con los que no conocían a Cristo, y por ello se encaminó pronto a Turingia, en el centro de lo que hoy es Alemania. Pero su apostolado no fue muy fructífero; Dios quería que primero recibiera la bendición presencial del Sumo Pontífice.
Se encamina pues a Roma en el año 718 y allí pide al Papa que lo mande a evangelizar el continente, lo que autoriza Gregorio II con gran gusto. Y también le da este Papa el nombre que resumiría su vida: Bonifacio, el que Bien Hace, el que hace el bien, el “bienhechor”. Desde entonces ese será su nombre y su divisa, y el resumen de su vida.
Va entonces Bonifacio a Frisia, en lo que hoy es Holanda, y allí se queda 3 años. Luego a Frislandia, después parte a Hesse, también en el centro de Alemania, pero esta vez sí convirtió a muchos paganos. Al final lo que convierte es la gracia, no las acciones humanas, y Dios quiso en esta ocasión derramar abundantísimos dones obteniendo el bautismo de muchos bárbaros, por la predicación de San Bonifacio.
Sembrador de monasterios
Este apóstol se convierte también en fundador de monasterios, haciendo que esas casas de Dios perpetuasen su misión. Funda el primero en Amoneburg, luego otro en Fritzlar, luego el siguiente en Ordruf. Después de la fundación en Amoneburg hizo una nueva visita al Papa, quien lo ordena obispo.
San Bonifacio preside un concilio con la presencia de Carlomán, hijo de Carlos Martel y tío del gran Carlomagno, concilio del que se derivó gran beneficio para los territorios de lo que después sería el imperio.
Siempre deseoso de fortalecer sus vínculos con la sede de Pedro, va otra vez a visitar al Papa, en el año 737. Y allí, recibe la dignidad de Arzobispo de Maguncia.
El apostolado en Alemania de San Bonifacio atrae a muchos colaboradores
La fama del santo y sobre todo la gracia de Dios, van haciendo que lleguen colaboradores a la misión evangelizadora de San Bonifacio, particularmente desde Inglaterra: de allá arriban por ejemplo misioneras como Santa Tecla, Santa Walburga, y una prima del Santo, Santa Lioba. Con estas mujeres se inician los conventos para mujeres.
Sigue Bonifacio fundando conventos. Hace varios sínodos (reuniones de clérigos y de personas de Iglesia, para favorecer el apostolado), y con esos encuentros fortalece los vínculos de los cristianos de Alemania y Francia con la sede del Papado.
Muere mártir
Era ya un anciano de 80 años, cuando decide volver a Frisia, Holanda, junto a 52 compañeros. Le es dicho que muchos de los que se habían convertido al cristianismo lo habían dejado. Pero se instala en Dochum, y nuevamente su apostolado es fructífero y miles de habitantes de Frisia se bautizan.
Pero un día escucha rumor de gente que se acerca a su tienda, y cuando sale se enfrenta a una turba que los quería matar. El demonio no podía aguantar que le estuvieran robando almas, y Dios permitió que ese odio fuera el instrumento de martirio de San Bonifacio.
Atacado, San Bonifacio gritó a sus compañeros: “Dios salvará nuestras almas”.
Uno de los asesinos acomete al santo con una espada y parte con ella un evangelio que San Bonifacio había levantado instintivamente para protegerse. También hirió su cabeza, causándole la muerte. Ocurrió esto en el año 754.
Los restos del santo se encuentra en un monasterio que él mismo fundó en Fulda, Alemania.
Es representado junto a una encina que yace a sus pies, pues este era un árbol que adoraban los bárbaros; y la encina caída representa la victoria del apostolado de San Bonifacio sobre las creencias paganas.
Con información de EWTN
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