En un momento en que el gran San Atanasio era perseguido, en la sede de San Maximino encontró refugio.
Redacción (29/05/2020 10:54, Gaudium Press) Tréveris fue la sede, en la entonces Galia belga, que le completó el nombre a San Maximino. Y celebramos hoy la fiesta de este obispo santo porque un 29 de mayo sus restos mortales fueron regresados a Tréveris. Recorramos algunos puntos de su luminosa vida.
Todo indica que Maximino nació en Poitiers – al centro oeste de Francia – al inicio del S. IV, pero desde muy joven se fue a Tréveris, atraído por la fama de santidad del obispo de allí, Agricio. Con él recibió lecciones de religión y de ciencias profanas, y no fue necesario mucho inquérito para que Agricio se diese cuenta de quien tenía al frente. Lo hizo sacerdote, y Maximino en su ministerio fue eximio y creciente en santidad.
Muerto Agricio, casi que se imponía el sucesor, siendo escogido Maximino como nuevo obispo de Tréveris, en el 332.
Asolaba a la Iglesia la siniestra y astuta herejía arriana, que básicamente negaba la divinidad de Jesús, Dios hecho hombre. Decía que él era tal vez Dios pero no por naturaleza, sino por adopción, usando para inocular el veneno mil subterfugios habituales de las herejías que para algunos podrían parecer verdad. Pero Maximino, no se llamó a engaños, y siempre se opuso. La herejía arriana es como todas las herejías, atentatoria de todo el conjunto de la doctrina católica, que forma un grupo íntima e intrínsecamente coheso: si Cristo no era Dios, pues su pasión no tenía verdadera fuerza redentora y salvadora, y su mediación salvífica pues no era realmente eficaz con los hombres. Y de ahí el resto.
Protector del gran San Atanasio
Pero ocurrió para gloria de Dios y salvación de la Iglesia que Dios suscitó un gigantesco hombre, el gran Atanasio de Alejandría, campeón luchador contra los poderosos arrianos, que tenían mucha influencia, incluso sobre Constantino emperador. Sufrió San Atanasio, cinco destierros por cuenta de su ortodoxia, siendo su primero por obra del semiarriano Constantino; pero quiso la Providencia mitigar su dolor encontrando refugio en Tréveris, con San Maximino. Estuvo allí dos años y rápido reconoció que lo había hospedado un gran hombre de Dios. San Maximino también alojó a Pablo obispo de Constantinopla, igualmente perseguido por arrianos. Transformó pues su sede de Tréveris en el receptáculo resistente de la ortodoxia.
Participó Maximino en el Concilio de Milán, en el 345, y ciertamente su presencia fue determinante para que allí se condenasen las doctrinas arrianas. Hombre de gran porte y brillo de alma, adquirió la confianza del entonces emperador, sucesor de Constantino y con su influencia impidió que los arrianos lo atrajesen a su secta, y consiguió que a Atanasio lo restableciesen en su sede alejandrina.
De regreso a su sede de Tréveris, sigue santificándose, santificando al pueblo, socorriendo a los pobres. Un día va a visitar a su familia en Poitiers, pero allí muere, en el año 349. Parece que fue escritor prolífico, pero no se conservan ninguno de sus escritos.
Con información de EWTN
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